Manchas de sangre, el testigo mudo de la escena del crimen
Peritos de Criminalística ayudaron a lograr una condena. Solo con pruebas científicas, la Fiscalía consiguió una pena de 15 años por un crimen. Pericias son más fiables que algunos testigos, aseguran los expertos.
Día a día. Los peritos de la Fiscalía realizan más de 1.500 pericias de todo tipo anualmente. Foto Fernando Calistro |
Viernes
8 de mayo de 2009. Un automóvil Hyundai se estaciona sobre la calle
Parapití entre Segunda y Tercera Proyectada. Minutos después, el abogado
no vidente Julio César Fretes Portillo, quien se encontraba en el
asiento del acompañante del conductor, muere de tres heridas de arma
blanca a la altura del tórax. Su hijo, quien manejaba el vehículo,
asegura a la Policía que él bajó del rodado, caminó unas cuadras y al
volver encontró así a su padre.
El
pasado 14 de diciembre, más de dos años después, la Fiscalía logró una
condena de 15 años de cárcel a César Gabriel Fretes Narvaja por el
homicidio de su padre. Las principales pruebas fueron las manchas de
sangre halladas en las ropas del acusado y dentro del vehículo.
La
condena se dio sin que durante el juicio oral y público se presente un
solo testigo presencial. El caso es uno de los primeros en los que se
dictó una dura pena exclusivamente con pericias practicadas por la
Fiscalía y la Policía.
Desde
la velocidad utilizada por el atacante, hasta el recorrido de la
víctima que intentó escapar, las manchas de sangre se constituyen en uno
de los principales elementos a investigar en un crimen por los peritos
de Criminalística.
FIABILIDAD.
Para los expertos en Criminalística, las manchas de sangre en la
escena de un crimen pueden llegar a ser mucho más fiables que un testigo
presencial.
"Ante
un hecho impactante como un homicidio o una coacción sexual, las
emociones le juegan una mala pasada a la gente. Puede fallar tu memoria y
no recordar bien algo o tal vez creer que pasó algo que en realidad no
pasó", explica la bioquímica Carmita Franco, del Departamento
Químico-Biológico del Laboratorio Forense de la Fiscalía.
"Las
manchas de sangre pueden decir la dirección de la salpicadura de la
lesión, la velocidad con la que ocurrió, si fue una lesión en una vena o
en una arteria porque la vena no tiene proyección; sin embargo, la
arteria sí produce como un splash porque vienen con la presión del
bombeo del corazón", asegura Franco.
Pero además de sangre, un resto de semen o hasta un pelo puede ser clave a la hora de dilucidar un caso.
Estas
pericias pueden realizarse en una semana, pero debido a la cantidad de
pedidos que llegan al laboratorio, que reciben solicitudes de pericias
en todo el país, los análisis suelen estar listos en menos de un mes.
Para
la especialista, el confinamiento de los peritos es necesario, para
mantener un trabajo objetivo. "Si nosotros comenzamos a ir a la escena
vamos a comenzar a ser subjetivos, a tener propias ideas en base a lo
visto", sostiene.
EL
LABORATORIO. Según su director, Édgar Sánchez, este laboratorio
forense es uno de los mejores de América del Sur, solamente superado por
el de Colombia.
Entre
costosas máquinas -algunas de ellas superan los USD 1 millón- y
realizando más de 1.500 pericias por año, los expertos en Criminalística
hacen desde pruebas de toxicología hasta análisis de balística.
SALPICADURAS EN ROPAS, CLAVES PARA CONDENA
Las
pericias científicas presentadas por la fiscala Teresa Sosa tenían una
misma conclusión: las lesiones a la víctima, Julio César Fretes
Portillo, sucedieron de una forma que no concordaba con la versión que
dio el sospechoso, César Gabriel Fretes Narvaja.
En
ese sentido, las manchas de sangre halladas en las ropas del hijo
fueron determinantes para que los jueces Víctor Alfieri y Blas Ramón
Cabriza lo encontraran culpable.
Entre
las distintas pruebas presentadas por el Ministerio Público se
encuentra el informe del perito criminalístico de la Policía, Abel
Marino Cantero.
Una
de las primeras conclusiones fue que las puñaladas fueron realizadas
con una dirección de izquierda a derecha, con relación a la víctima,
quien se encontraba en el asiento del acompañante cuando recibió las
heridas.
Entre
las varias manchas de sangre que tenían la remera y el pantalón del
hijo de la víctima, el agente diferenció aquellas que son de
salpicaduras.
Este
tipo de manchas, según Cantero, se producen debido a que uno está cerca
de la persona que sufre una herida, que en el caso de Fretes Portillo
fueron puñaladas en el pecho.
Las salpicaduras se encontraban en el lado derecho del pantalón y la manga derecha de la remera de Fretes Narvaja.
Debido
a estas manchas y las halladas en el interior del rodado, Cantero
sostuvo que Fretes Narvaja se encontraba en el asiento del conductor
cuando la sangre salpicó sus ropas, en el instante en que se produjeron
las heridas.
A
las mismas conclusiones llegó la perito del laboratorio forense de la
Fiscalía, Miriam Fernández. Esta también analizó la rotura del vidrio
del conductor y añadió que por los pedazos de vidrio encontrados en el
interior de la puerta, la ventana fue rota desde el interior del
vehículo, que se contrapone a la versión del acusado, que apunta a un
asalto callejero.
Todo
esto se complementó con un último elemento que fue fundamental para la
Fiscalía: un faltante de G. 52 millones en la fundación administrada por
el padre y el hijo. Una discusión por el dinero fue el móvil del
homicidio, según se probó en juicio oral. No obstante, la jueza Blanca
Gorostiaga votó por la absolución del acusado por una "duda
insuperable". Para ella, las pericias científicas no fueron suficientes.
La defensa anunció que apelará la sentencia.
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