El doble peligro de que los planes revolucionarios en pro de la
independencia nacional fueran descubiertos y la posible cooperación
portuguesa para evitarla precipitó los acontecimientos, y en la noche
del 14 y la madrugada del 15 de mayo, los revolucionarios, hombres de
luces, valentía y patriotismo, asumieron la responsabilidad histórica de
liberar al Paraguay del yugo español y constituirlo en una nación libre
y soberana.
La Independencia de Paraguay
Pedro
Juan Caballero, Vicente Ignacio Iturbe, Fulgencio Yegros, José Gaspar
Rodríguez de Francia y otros ilustres próceres venían desarrollando con
normalidad los planes revolucionarios para independizar el Paraguay; las
reuniones secretas se hacían en la casa de la familia Martínez Sáenz,
actual Casa de la Independencia, con mucha cautela y prudencia de parte
de los amotinados, pero aun así, toda Asunción hablaba de la
conspiración; incluso en la Casa de Gobierno se sabía de los planes.
El
pueblo paraguayo clamaba cambios, quería la emancipación, y la victoria
obtenida en Tacuarí frente a las tropas enviadas por Buenos Aires al
mando del Gral. Manuel Belgrano exaltó el orgullo nacional a expensas
del desprestigio de las fuerzas españolas. Ante el descontento popular,
el gobernador Velazco buscó la cooperación de Portugal para mantener el
régimen españolista. La amenaza de esta alianza fue el motor principal
para adelantar la fecha de la revolución, gestada desde el día siguiente
de la batalla de Tacuarí (9 de marzo de 1811), y señalada para el 25 de
mayo.
Así, en la noche del 14 de mayo, Pedro Juan Caballero,
Vicente Ignacio Iturbe y otros compañeros se apoderaron del cuartel de
la plaza, que estaba a cargo del oficial de guardia Mauricio José
Troche; intimaron al gobernador Velazco, pusieron en libertad a más de
30 presos políticos y así iniciaron la revolución.
El pueblo y
las tropas invadían la plaza al grito de Viva la unión y, en la
madrugada del 15 de mayo, el capitán Caballero exigió a Velazco la
entrega de todas las armas, la admisión de dos diputados adjuntos al
gobernador, la separación de los funcionarios españoles y de todos los
miembros del Cabildo, que ningún buque saliera de Asunción y que el
emisario portugués José de Abreu no abandonara la ciudad.
En
principio Velazco trató de resistir la imposición, contestó en términos
vagos la petición de los revolucionarios y negó rotundamente acuerdo
alguno con Abreu, pero luego se dio cuenta de la inutilidad de su
resistencia y optó por aceptar las condiciones impuestas.
Al atardecer del 15 de mayo fue izada la bandera paraguaya y veintiún cañonazos saludaron el triunfo de la revolución.
Casa de Independencia
La
Casa de la Independencia del Paraguay se halla ubicada en el
microcentro de Asunción, sitio que puede ser visitado diariamente y
donde se atesoran históricos documentos y objetos. Restaurado y
enriquecido su museo con mobiliarios, pinturas y retratos, y enseres de
la época, frecuentarla resulta una experiencia gratificante,
especialmente para el espíritu investigador.
Construida en el 1772 por
los hermanos Martínez Sáenz y adquirida de sus descendientes por el
Estado paraguayo en 1943, fue declarada monumento nacional en 1961. Es
uno de los más antiguos solares coloniales que perduran hasta la fecha.
Un mural del celebrado ceramista y escultor José Laterza Parodi
(1915-1981) evoca la Asunción de fines del siglo XVIII.
La inconsciencia
cívica, hacia los años 1950, hizo que una parte de la propiedad que
linda sobre la calle Presidente Franco fuese demolida. La oportuna y
enérgica intervención de honorables ciudadanos encabezada por el
historiador Juan B. Gill logró que las autoridades suspendiesen la
destrucción total de tan valioso patrimonio.
En 1951, se creó la
comisión nacional de la Casa de la Independencia presidida por don
Carlos Pusineri Scala, quien se ocupó, con patriótico celo, de su
conservación y cuidado hasta el fallecimiento de este, ocurrido en el
año 2003. Actualmente se han realizado trabajos de restauración e
incrementado, con objetos de la época.
Fuente: ABC
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