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miércoles, 5 de agosto de 2015

Paraguay Cabeza Erguida!





Por Esteban Kriskovich
(Embajador de la República del Paraguay ante la Santa Sede).



En la primera visita oficial del Presidente de la República del Paraguay Don Horacio Manuel Cartes Jara a Su Santidad el Papa Francisco, el 25 de noviembre de 2013, antes de despedirse Su Santidad dio un breve mensaje de tres palabras para nuestro país: “Paraguay, cabeza erguida!”. La cabeza erguida indica confianza en sí mismo y seguridad para mirar adelante. La postura es signo presente del pasado y de la actitud de enfrentar la vida hacia el futuro.

Cuando me preguntaban como Embajador por este motivo si de qué manera creía que impactaría la visita del Papa Francisco a nuestro país, yo respondía que la visita despertará la conciencia del destino de grandeza hacia el cual está llamado el Paraguay, para iluminar con su riqueza cultural y crecimiento humano a las naciones del continente y del mundo entero. Creo que esto ahora está demostrado. La idea de “a lo Paraguay” no puede ser hoy en el mundo sino sinónimo de excelencia, belleza y grandeza.

Nuestro país en los tres días de la visita papal, del 10 al 12 de julio, fue foco de atención mundial. La movilización realizada en Paraguay ya en los preparativos de la visita causó admiración internacional. La Comisión Nacional organizadora de la visita papal, conformada por autoridades de la Iglesia y el Gobierno Nacional, trabajaron en forma ejemplar -nos lo han dicho las mismas autoridades vaticanas-. Como así también la labor de nuestra Embajada de Paraguay ante la Santa Sede, de la Nunciatura en Paraguay, de las respectivas cancillerías. Se auguraba la visita al Paraguay como el broche de oro de esta visita papal a América Latina. En el Vaticano en encuentros culturales que hemos realizado con periodistas y el cuerpo diplomático la visita había creado grandes expectativas. 

El imponente altar de maíz, la orquesta de instrumentos reciclados de Cateura, el redescubrimiento de la historia paraguaya sobre todo en relación con las misiones jesuíticas y la guerra de la Triple Alianza (a quien luego el Papa en dos ocasiones en la visita, en el Palacio de Gobierno y en Caacupé, ha catalogado de inícua), han sido impactantes.

Hasta la propia naturaleza, seguramente como fruto de incesantes plegarias, descartó la unanimidad de los presagios meteorológicos de tormentas eléctricas y ha dado primacía al esplendor del sol. Pero más que el sol en los históricos días de la visita ha brillado la participación ciudadana, la sana algarabía colmada de fe, la belleza de las expresiones artísticas paraguayas, la predisposición de los servidores, el comportamiento ejemplar de las fuerzas públicas y de los servicios públicos, los conmovedores encuentro con los pobres, enfermos, presas, niños, jóvenes, ancianos, religiosos, hombres, mujeres, indígenas. Y como cima de la visita la reconsagración del Paraguay a la Inmaculada Concepción en Caacupé.

El Papa Francisco conoce muy bien la realidad del Paraguay, de nuestra historia, de nuestro pueblo. Nos ha elegido para visitarnos entre más de 180 invitaciones realizadas por jefes de Estado y Conferencias Episcopales de todo el mundo, y hemos respondido a su invitación con la cabeza erguida y el corazón abierto.

Paraguay es un país emergente en crecimiento permanente, con una población eminentemente joven; la Santa Sede interesa especialmente a nuestro país, por ser aquella un referente moral a nivel internacional y contar nuestro país con un pueblo eminentemente católico. 

Podemos expresar satisfacción por las óptimas relaciones existentes entre el Paraguay y la Santa Sede como persona jurídica de derecho internacional y como cabeza de la Iglesia Católica a nivel universal. Tanto el Gobierno Nacional como la Iglesia en nuestro país trabajan con independencia, cooperación y autonomía, conforme con los arts. 24 y 82 de la Constitución Nacional. 

La cooperación confluye en la misión de construir un destino positivo común para un mismo pueblo, pueblo de bien con una sana y fructífera autoestima poniendo la patria y trabajando bajo el amparo y bendición de Dios.

Existen momentos que clausuran un hito y momentos inaugurales, ésta visita sin duda alguna es un momento inaugural en la historia y la existencia de un nuevo Paraguay.


Fuente: lanación

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