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El
costo final del proyecto fue de USD 22.000.000 y en el mismo
intervinieron, además de Bosch, otros profesionales de diferentes áreas,
como ingenieros estructurales, sanitaristas y eléctricos. / Durston
Saylor
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Considerado uno de los arquitectos más prolíficos y exitosos no solo
en Paraguay, sino también en los Estados Unidos, encontró su vocación en
medio de mezclas de cemento, cucharas y baldes de construcción cuando
todavía era adolescente. El camino no fue fácil, ya que los últimos años
de la secundaria los realizó a la noche para trabajar de día como
ayudante de albañil de su padre, Juan Bosch, quien era constructor.
“Creo que ya entonces me empezó a gustar todo lo referente a la
construcción edilicia”, recuerda en una entrevista online.
Como no
distinguía la diferencia entre ambas carreras, no podía decidir entre
estudiar Arquitectura o Ingeniería, así que don Juan lo llevó a hablar
con un amigo ingeniero, quien le aclaró el panorama. “Me decidí por
Arquitectura”, agrega.
Egresó de la UNA en 1975. Al cabo de 11
años, la diosa fortuna le guiñó el ojo cuando en 1986 fue contratado
para realizar varios proyectos en Nueva York, EE. UU.
“Esa primera
etapa la tomé como un desafío. Vinimos con mi esposa (Ramonita Gómez) y
nuestros tres hijos (Cristian, Montserrat y Jordi) con la intención de
quedarnos solo dos o tres años”, recuerda. Y al final, se quedaron en la
Gran Manzana seis años. “Regresamos al Paraguay recién en 1992”,
cuenta.
Jorge Bosch es uno de los pocos arquitectos paraguayos que
cuenta con licencia para ejercer en los EE. UU. Tanto es así que en el
2000 fue convocado por un cliente neoyorquino para realizar importantes
proyectos en los EE. UU. y regresó al país del Norte siempre con la
intención de quedarse solo por un tiempo. Que esta vez se prolongó por…
¡14 años! “Me empezaron a salir más proyectos”, refiere. Entre ellos,
hubo uno: el del Williamsburgh Saving Bank, en Brooklyn, por el cual,
recientemente, recibió cuatro galardones, gracias a su trabajo en la
reutilización, renovación y restauración del predio. “El edificio fue
construido en 1870 por George B. Post, uno de los arquitectos más
famosos de la época en los Estados Unidos, para el Banco Williamsburgh y
funcionó como tal hasta diciembre de 2010, año en que un grupo inversor
lo adquirió”.
Bosch fue llamado para llevar adelante el proyecto
de cambio de uso, restauración y renovación del edificio. El
Williamsburgh Saving Bank se erige como una de las joyas arquitectónicas
de Nueva York, por lo cual —para el arquitecto— constituyó un gran
desafío encarar las reformas. “Tuvieron que intervenir, además, otros
profesionales de diferentes áreas: ingenieros estructurales, ingenieros
sanitaristas, eléctricos y otros.
Para poder entenderlo, hay que pensar
que el edificio fue construido para funcionar como sede de un banco, y
el salón principal estaba preparado para soportar una capacidad de 100
personas, y ahora lo transformamos para salas de banquetes y galería de
arte, con una capacidad para albergar hasta a 1000 personas en algunos
eventos”, explica.
Bosch señala que en los EE. UU. es bastante
común convertir estos edificios grandiosos, pero difíciles de usar en
nuestro tiempo, denominados elefantes blancos, por lo que son
convertidos para estos y otros usos, y reciben incentivos fiscales para
poder mantener estas joyas arquitectónicas del pasado, patrimonios
históricos de un país. “En Manhattan hay otros edificios similares”,
indica.
El edificio, de un estilo similar al Panteón de los
Héroes, pero 10 veces más grande y alto, estaba totalmente abandonado y
semidestruido. Solo la cáscara estaba en pie, por lo que se tuvo que
reforzar todo: desde la estructura hasta la calefacción, dado que el
sistema estaba obsoleto y se instaló uno nuevo, acorde al tiempo actual.
El principal tropiezo era que en la época en la que fue construido no
existían los acondicionadores de aire y debían instalarse por completo
sin que los ductos y maquinarias fueran visibles desde la calle ni desde
adentro, pues es un edificio designado como patrimonio histórico. “La
iluminación interior y exterior también fue todo un tema”, enfatiza.
“Se
tardó tres años entre proyecto y construcción, y hace unos meses se
inauguró. El proyecto ha ganado ya cuatro premios (ver detalles en el
recuadro)”, comenta. El profesional recibió la invitación para ir a la
cuarta ceremonia de entrega de premios, pero no podrá asistir, pues unos
días antes de esa fecha ya regresará al Paraguay para activar con más
fuerza su estudio arquitectónico: Arquitecto Jorge Bosch. Proyectos y
Construcciones, montado en nuestro país y que siempre estuvo en
funcionamiento.
Cuenta que los trámites para iniciar la
reconstrucción no fueron nada fáciles. La presentación del proyecto al
Departamento de Obras de la Municipalidad de Nueva York, como así
también al de Patrimonio Histórico (Landmarks Preservation Commission),
fue toda una odisea; fueron varios meses de puros trámites, que incluían
presentaciones de planos, dibujos, entre otros, al Consejo Vecinal del
barrio de Brooklyn para que aprobaran el proyecto. “El costo final llegó
a USD 22.000.000”, revela.
Bosch manifiesta sentirse contento por
los premios obtenidos, los cuales significan un reconocimiento a su
esfuerzo y dedicación profesional. Aunque confiesa que nunca pensó
llegar tan lejos en su carrera. “Ni fue mi objetivo. En todo lo que hago
me esfuerzo en hacer bien las cosas y, en la medida de lo posible,
busco la excelencia. Aun al ver terminada una obra, siempre siento que
le falta algo para que sea perfecta”, afirma.
Considera que el
principal desafío de trabajar en un país extranjero es el idioma. “En mi
caso, fue aprender los materiales y sistemas constructivos utilizados;
luego, las reglamentaciones de construcción, las costumbres y los
estilos de vida relacionados al diseño arquitectónico”. Aunque es
difícil posicionarse en el extranjero, no lo cree imposible. “En nuestro
país es todo más fácil. Conocemos la cultura, las costumbres, las pocas
reglamentaciones que hay. Por dar un ejemplo, hasta hace poco, en el
Paraguay solo había dos tipos de paredes: de 15 y de 30, y en los
Estados Unidos hay decenas de tipos de paredes con diferentes
combinaciones de materiales, ya sean ladrillos, bloques de cemento,
materiales compuestos, tipos de paredes que se deben usar de acuerdo a
los requerimientos del Reglamento de Construcción”.
Su
satisfacción profesional se basa en haber llegado a lugares importantes
en su profesión. “El juicio de valor lo dejaría para que lo hagan otras
personas, comparando y evaluando lo que hice, lo que logré”. Bosch
considera que para alcanzar el éxito hay que tratar de hacer bien las
cosas, buscar la excelencia en lo que uno hace y que salga bien el
resultado. “Soy muy exigente, comenzando conmigo mismo; no descanso
hasta estar satisfecho con lo que estoy haciendo”.
A pesar de los
logros y premios obtenidos, el Arq. Bosch, en poco tiempo, retornará a
nuestro país. “Nunca fue mi intención quedarme en los Estados Unidos.
Fue, más que nada, un desafío profesional el poder participar en una
sociedad tan competitiva como esta”.
¿Qué es lo primero que hará
cuando retorne a nuestro país? “Iré a la habitación donde mi madre vivió
sus últimos años. Y quizá llore un poco...”, concluye.
Los premios
Los
galardones que recibió el Arq. Bosch por los trabajos de reutilización,
renovación y restauración del Williamsburgh Saving Bank son: Premio por
Preservación, n.º 24, Lucy G. Moses, otorgado por la Sociedad de
Conservación del Patrimonio Histórico de Nueva York; Premio por
Excelencia en Preservación Histórica, otorgado por la Liga de
Preservación del Estado de Nueva York; Premio por Preservación
Histórica, otorgado por la Cámara de Comercio de Brooklyn, Nueva York;
Premio por Preservación Histórica en el Estado de Nueva York, otorgado
por la Oficina de Parques, Recreación y Preservación Histórica del
Estado de Nueva York.
Identikit
El mayor de
los dos hijos de los españoles Juan Bosch y Juliana López, el Arq.
Jorge Luis Bosch López, nació en San Lorenzo, el 30 de abril de 1949. Su
hermano, José Antonio, falleció hace seis años. Está casado con
Ramonita Gómez y tienen tres hijos: Cristian, Montserrat y Jordi.
En
los EE. UU. fue presidente del Centro Paraguayo de Nueva York entre los
años 2004 y 2005. Allí se fundó la primera y única escuela paraguaya en
el exterior. Además de presidir la New York Society of Architects
(Sociedad de Arquitectos de Nueva York) y ser reelecto dos veces, fue el
primer hispano que presidió esta sociedad de más de 100 años de
existencia.
mpalacios@abc.com.py
Fuente: ABC
Simplemente extraordinario!!!
ResponderEliminarExcelente!!!
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