Modelo exitoso. Reinaldo Pavón muestra orgulloso su cocina a biogás |
Por Miguel Benítez
Desde 1995, la Facultad de Ciencias Agrarias, de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), desarrolla diversas actividades en su Centro de Capacitación y Tecnología Apropiada (CCTA), ubicado en la zona, para capacitar a sus estudiantes.
Los emprendimientos también tienen una repercusión socioeconómica, ya que tienen como fin ser una guía didáctica y ayudar a los pobladores y productores en sus actividades diarias.
El más reciente proyecto consiste en la construcción de un biodigestor, impulsado por los alumnos de la carrera de Ecología Humana.
Esta "maquinaria", por llamarla de algún modo, transforma los desechos orgánicos, como excrementos de vacas, chanchos, residuos vegetales y más, en gas para la cocción de alimentos. Además genera dos tipos de abono, uno líquido y otro sólido.
La tecnología ya es utilizada en el 7% de los hogares rurales de Alemania y su adaptación (con residuos orgánicos) en las favelas (especie de villas con alto porcentaje de pobres) de Río de Janeiro, Brasil, entre otros países.
El mecanismo, aparte de representar una economía para las familias, es amigable con el medio ambiente, pues los pobladores dejan de utilizar la leña y el carbón. Vale mencionar que el 75% de las familias rurales en el país todavía usan como combustibles justamente la leña y el carbón, según la última encuesta a hogares de Censos.
Alrededor de 20 pobladores de la compañía Paso Hû, de Piribebuy, ya están dejando de lado estos combustibles para producir bioenergía, por lo que pueden cocer sus alimentos, calentar agua, entre otros propósitos.
Hasta hace poco, don Reinaldo usaba leña para cocinar y tenía que esforzarse cada vez más para conseguirla. Pero, desde hace unos meses, la intensa e inodora llama que produce su biodigestor lo tiene más que contento.
Don Reinaldo señala que genera este biogás trabajando menos de 15 minutos al día, con un sencillo procedimiento. Comentó que el energético le dura seis horas por día, suficiente tiempo para realizar sus labores de cocina, lo que incluso ya genera la envidia sana de los lugareños que no tienen acceso al mecanismo.
El proyecto de los universitarios se logró gracias a la cooperación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la UNA, que aportaron USD 60.000 para la construcción de los biodigestores a las 20 familias más necesitadas de la zona.
Se dotará de un sistema por cada casa, según explicó el ingeniero Alcides Duarte, director del CCTA.
La composición, bien diluida, pasa por la cañería y se almacena en una gran bolsa impermeable, donde finalmente se producirá el biogás, gracias a la descomposición natural.
Luego, el energético pasa por el ducto a la cocina.
El fuego no tiene olor alguno y es bastante intenso.
Si se quiere más fertilizante, el nivel de agua debe ser menor, y si se desea más gas, se agrega un balde más de agua.
Construir el biodigestor no cuesta más de G. 1.500.000, según explicaron los estudiantes de Ecología Humana.
El proyecto no se limita solamente al biodigestor. Los alumnos de la UNA también construyen dos piletas conectadas al procesador de materia orgánica.
La primera tiene algas y su función será volver a purificar el agua remanente. Esta pileta, a su vez, está conectada con la otra, y en ella se realizará piscicultura.
En total, toda esta infraestructura cuesta 4.000.000 de guaraníes.
Claudio Morel, alumno de la UNA, comentó que en el CCTA tienen tilapias para demostrar lo factible que es el proyecto y, sobre todo, cómo se cierra el círculo y no se desperdicia agua.
G. 1.500.000 cuesta hacer el bio-digestor, que genera gas y dos tipos de fertilizantes (líquido y sólido).
USD 60.000 es el aporte dado por las Naciones Unidas y la UNA para construir el sistema a 20 familias de Piribebuy.
El proyecto es todo un éxito entre las familias con bajos recursos de la zona, que van mejorando su calidad de vida. Ahora ya apuntan a producir energía eléctrica a partir de desechos orgánicos.
Fuente: ultimahora
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