Con la mística empresarial heredada de la familia, los hermanos Riquelme Boettner emprendieron la instalación de una fábrica de galletitas.
Hoy el producto incrementó sus adeptos en el mercado interno, exporta a varios países y abre nuevos mercados compitiendo con las grandes multinacionales.
Con mucha dificultad emprendieron el camino de ganarse la confianza del consumidor y la oportunidad de que prueben el producto y lo acepten.
El objetivo es diversificar incorporando nuevas variedades y nuevos productos.
Marco Riquelme es la cabeza visible de la empresa, pero comparte el desafío junto a sus hermanos Belén y Jorge.
Estrategia. Marco Riquelme cree que con mente positiva uno transmite tranquilidad y estabilidad laboral a los empleados.
Por Miguela Lombardo
–¿Por qué optaron por una fábrica de galletitas?
–Nuestra familia siempre fue panadera; mi abuelo (Blas N. Riquelme) abrió su primera panadería sobre Palma y de ahí surgió la idea de hacer un molino. Nos preguntamos qué más podríamos hacer para darle valor agregado a la harina; pensamos que debíamos dejar de ser un país que exporta granos y ser exportador de productos con valor agregado como son las galletitas.
–Al definir el rubro, ¿qué norte decidieron tomar?
–Nunca pensamos abrir una fábrica de esta envergadura para quedarnos solo en el mercado local, porque sabíamos de sus limitaciones. Entonces, decidimos crear una fábrica para abarcar el 25% del mercado que ganaríamos en un periodo de 10 años y mientras, empezar a exportar. Nuestro objetivo para el quinto año es topear la capacidad de producción; ahora estamos en el tercer año y trabajando en 3 turnos y exportamos a Israel, Bolivia, España, y a Uruguay empezamos el mes que viene.
–¿Cuál fue el secreto para posicionar el producto?
–La gente se sorprendía al saber que el producto era nacional; hasta hoy seguimos escuchando: “no parece paraguayo” y eso va de la mano con la calidad que es uno de los pilares fundamentales de la empresa, no solo del producto final, sino también en la presentación del producto, en la comunicación que hacemos de la empresa y en la manera en que nuestros profesionales se presentan ante los clientes.
–¿Cuánto es el volumen de producción?
–Hoy estamos en unos 300.000 kilos mensuales. También empezamos a importar productos con nuestra marca, hacemos chocolatada con marca Aventura de Brasil que lanzaremos este mes; queremos crear una variedad de productos bajo la marca y potenciarla con una misma línea publicitaria.
–¿Cómo vivieron la incursión en la arena empresarial?
–Acá trabajo con mis hermanos Belén y Jorge, y creo que la humildad es otro de los pilares dentro de la empresa. Tenemos como filosofía rodearnos de gente inteligente. Entonces, la contratación para nosotros es una de las partes importantes de nuestra función laboral: contratar a la gente adecuada es muy importante; nosotros no somos dueños de la verdad, pero sí contratamos gente ya con experiencia, que sepa más que nosotros, para poder llegar a la fórmula ganadora.
–¿Recuerda una anécdota que surgió durante la formación de la empresa?
–Recuerdo que en una despensa de Villarrica me acerqué a vender Aventura y mucho gustó al señor. Me preguntó el precio y le dije 1.500 para que pueda vender a 2.000 y cuando me preguntó de qué procedencia es y le dije que nacional me dijo: “Ah, no. Si es nacional da para mil’i nomás”. Me di cuenta que ese era el esquema que debíamos romper; ese prejuicio sobre la industria nacional y hoy creo que estamos cambiando ese paradigma: la gente opta por lo nacional gracias al trabajo que también hicieron y lo siguen haciendo otras industrias que están sacando productos de calidad mundial y están empezando a exportar.
–¿Con qué obstáculos se encontraron en el camino?
–Al comienzo costó muchísimo; es muy difícil cambiarle la mente al consumidor que está consumiendo Criollitas hace 20 años a que consuma cracker de Mazzei. Costó, pero nunca permitirnos que eso nos desmotive, siempre supimos que teníamos un producto de excelente calidad, que no tenía comparación en precio también y seguimos luchando.
–¿Qué aconseja a los jóvenes que quieren lanzarse a la arena empresarial?
–Hay dos cosas: una es animarse a saltar y la otra es que una vez que saltaste y no te salió, continuar luchando porque hay muchísimos bajones. Pero uno si tiene una idea y está entusiasmado con ella, no se debe desmotivar, es muy importante la perseverancia. Con mente positiva uno transmite también a la gente con la que trabaja, una tranquilidad, estabilidad laboral y los problemas terminan solucionándose por sí solos.
–¿Cómo ve el avance del país en materia de negocios?
–Creo que las oportunidades son inmensas. Hay miles de oportunidades en el país, basta con salir a la calle, conocer, abrir los ojos y se va a dar cuenta solo, pero sí hay obstáculos. El sector privado está creciendo mucho más rápido que el sector público. Por ejemplo hay un tráfico infernal que a nosotros nos afecta el flete: en vez de distribuir en diez puntos lo hacemos en cinco por causa del tráfico.
–¿Cómo puede el crecimiento macroeconómico beneficiar a las personas?
–Uno tiene que profesionalizar a su gente. Es mejor capacitarles y que se vayan en vez de no capacitarles y se queden. Muchas empresas todavía optan por no tener esa capacitación, pero prefiero capacitarlos y si se van, siempre sigan aportando al país porque nosotros los capacitamos.
–¿Tiene un ideal que pueda identificar con una frase?
–El comportamiento de los que están abajo en una empresa refleja a los que están arriba; uno debe crear una cultura empresarial y motivar a su gente. Para nosotros es muy importante la motivación y la unión que tenemos dentro del equipo; es uno de los secretos para ser en tan poco tiempo lo que somos.
Fuente: ultimahora
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