Exitosa. La empresaria comenta que en un momento toda su familia se implicó en el negocio, que está en el mejor momento.
Por Anahí Vera
Anahi-Vera@uhora.com.py
Aravore significa en guaraní “pedazo de cielo”, marca de ropa infantil que ingresó en el mercado europeo con el pie derecho, gracias a sus creativos diseños y porque son elaboradas a partir de materiales 100% orgánicos. La marca se lanzó en Londres en enero del 2006 de la mano de la empresaria exitosa Yanina Aubrey y con la ayuda a nivel local de Norah Giménez Duarte, su hermana. La creatividad y el empeño por llevar adelante productos únicos y sostenibles como una tendencia es la base del éxito de la marca.
–¿Cómo inició la empresa?
–En el 2004, estando embarazada por primera vez y trabajando como consultora senior en Euromonitor International en Londres, empecé a buscar una actividad que me permitiría viajar menos y así poder estar más con mi bebé que estaba por llegar. Además, siempre me interesó también el aspecto social, la innovación social; entonces el proyecto de Aravore surge como una manera de unir esos puntos. La iniciativa se desarrollo con la ayuda de mi hermana Norah (Norah Giménez Duarte), es la directora de la marca aquí en Paraguay.
–¿Cuándo se lanza la marca?
–La marca se lanza en Londres en enero de 2006. Una de las premisas que queríamos demostrar es que se podía hacer un producto enteramente hecho en Paraguay, con calidad suficiente para ser exportado a los mercados más exigentes del mundo. Recuerdo que tratamos de plantear un par de colaboraciones locales en ese momento, pero nadie estaba demasiado interesado, tal vez porque no lo veían como algo realizable. Entonces tuvimos que plantearnos hacer varios de los procesos nosotras mismas.
–¿Qué caracteriza a Aravore como marca?
–Hay tantos productos en el mercado sin personalidad, por lo que la gente está deseosa de encontrar algo especial y esa es justamente la esencia de Aravore: productos en ediciones limitadas en donde cada producto cuenta su propia historia. Los productos de Aravore están enteramente hechos a mano o terminados a mano con técnicas de alta costura, cada uno con una etiqueta firmada por la persona en nuestro atelier que las hizo y eso crea una conexión humana muy fuerte entre la persona que compra el producto y las personas que invirtieron su tiempo y sus conocimientos para hacer ese producto.
–¿Cuál fue el secreto para crecer la firma?
–Tener una visión clara y a largo plazo. No escatimar esfuerzos y ser constantes y perseverantes. Cualquier emprendimiento requiere de perseverancia y paciencia. Nada que sea realmente innovador surge de un día para el otro y hay que tener clara esa noción y la inversión personal que implica. Se requiere de mucha energía para lograr cualquier cosa, sobre todo durante los momentos más difíciles.
–¿Por qué se habla de productos sostenibles? ¿Por qué apostaron a ser una empresa verde?
–Simplemente porque no veíamos cómo podríamos plantear una empresa en el siglo XXI sin tener en cuenta la solvencia social y la solvencia ecológica de lo que queríamos producir. Es decir, para nosotros no fue una opción, sino la única opción. Tratamos de que nuestros productos sean sostenibles en varios sentidos, usando materiales orgánicos, telas vintage rescatadas, practicando una política de “zero waste” dentro de nuestro esquema de producción, produciendo piezas de calidad que duren y puedan ser “heredadas”.
–Son una empresa familiar, ¿cómo sobrellevan las diferencias con su hermana?
–Tenemos roles diferentes dentro de la empresa y creo que ambas estamos al tanto de cuáles son nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Creo que lo más importante es que ambas tenemos confianza la una en la otra y sabemos que podemos contar la una con la otra.
–Además de vender en Londres y Paraguay, ¿adónde exportan?
–La marca se vende en más de 20 países en este momento, incluyendo Corea del Sur, Japón, EEUU, Francia, Italia, Alemania, Finlandia, Austria, Holanda, Suecia, Islandia. De Paraguay se exporta a Londres y de allí, nosotros enviamos la marca a otros países. Tenemos una oficina en Londres, que es donde yo estoy; pero la marca se vende también ahora en Paraguay desde noviembre del año pasado en Alfonsina Shabby Store en Las Mercedes y en La Fábrica de Sueños en Carmelitas.
–Hoy hay bastante competencia en el rubro, ¿cómo logran sobresalir?
–Sí, sin duda, la industria de la moda es increíblemente competitiva y el haber lanzado la marca primeramente en Londres, que es uno de los mercados más competitivos del mundo, nos obligó desde un comienzo a innovar, a presentar algo diferente. Teníamos muy claro cuál era el consumidor target y presentamos algo que estaba llenando un espacio en el mercado: un producto lujoso, bien hecho, con cuidados.
–¿Tienen previsto expansión o nuevas inversiones?
–Sí, tenemos planes de expandir nuestra presencia en Paraguay, porque la recepción que tuvimos hasta el momento fue realmente fue muy buena y sabemos que ya tenemos muchos fans en Paraguay, incluso mucho antes de comenzar a vender la marca aquí, más adelante vamos a ir revelando los planes.
Aravore significa en guaraní “pedazo de cielo”, marca de ropa infantil que ingresó en el mercado europeo con el pie derecho, gracias a sus creativos diseños y porque son elaboradas a partir de materiales 100% orgánicos. La marca se lanzó en Londres en enero del 2006 de la mano de la empresaria exitosa Yanina Aubrey y con la ayuda a nivel local de Norah Giménez Duarte, su hermana. La creatividad y el empeño por llevar adelante productos únicos y sostenibles como una tendencia es la base del éxito de la marca.
–¿Cómo inició la empresa?
–En el 2004, estando embarazada por primera vez y trabajando como consultora senior en Euromonitor International en Londres, empecé a buscar una actividad que me permitiría viajar menos y así poder estar más con mi bebé que estaba por llegar. Además, siempre me interesó también el aspecto social, la innovación social; entonces el proyecto de Aravore surge como una manera de unir esos puntos. La iniciativa se desarrollo con la ayuda de mi hermana Norah (Norah Giménez Duarte), es la directora de la marca aquí en Paraguay.
–¿Cuándo se lanza la marca?
–La marca se lanza en Londres en enero de 2006. Una de las premisas que queríamos demostrar es que se podía hacer un producto enteramente hecho en Paraguay, con calidad suficiente para ser exportado a los mercados más exigentes del mundo. Recuerdo que tratamos de plantear un par de colaboraciones locales en ese momento, pero nadie estaba demasiado interesado, tal vez porque no lo veían como algo realizable. Entonces tuvimos que plantearnos hacer varios de los procesos nosotras mismas.
–¿Qué caracteriza a Aravore como marca?
–Hay tantos productos en el mercado sin personalidad, por lo que la gente está deseosa de encontrar algo especial y esa es justamente la esencia de Aravore: productos en ediciones limitadas en donde cada producto cuenta su propia historia. Los productos de Aravore están enteramente hechos a mano o terminados a mano con técnicas de alta costura, cada uno con una etiqueta firmada por la persona en nuestro atelier que las hizo y eso crea una conexión humana muy fuerte entre la persona que compra el producto y las personas que invirtieron su tiempo y sus conocimientos para hacer ese producto.
–¿Cuál fue el secreto para crecer la firma?
–Tener una visión clara y a largo plazo. No escatimar esfuerzos y ser constantes y perseverantes. Cualquier emprendimiento requiere de perseverancia y paciencia. Nada que sea realmente innovador surge de un día para el otro y hay que tener clara esa noción y la inversión personal que implica. Se requiere de mucha energía para lograr cualquier cosa, sobre todo durante los momentos más difíciles.
–¿Por qué se habla de productos sostenibles? ¿Por qué apostaron a ser una empresa verde?
–Simplemente porque no veíamos cómo podríamos plantear una empresa en el siglo XXI sin tener en cuenta la solvencia social y la solvencia ecológica de lo que queríamos producir. Es decir, para nosotros no fue una opción, sino la única opción. Tratamos de que nuestros productos sean sostenibles en varios sentidos, usando materiales orgánicos, telas vintage rescatadas, practicando una política de “zero waste” dentro de nuestro esquema de producción, produciendo piezas de calidad que duren y puedan ser “heredadas”.
–Son una empresa familiar, ¿cómo sobrellevan las diferencias con su hermana?
–Tenemos roles diferentes dentro de la empresa y creo que ambas estamos al tanto de cuáles son nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Creo que lo más importante es que ambas tenemos confianza la una en la otra y sabemos que podemos contar la una con la otra.
–Además de vender en Londres y Paraguay, ¿adónde exportan?
–La marca se vende en más de 20 países en este momento, incluyendo Corea del Sur, Japón, EEUU, Francia, Italia, Alemania, Finlandia, Austria, Holanda, Suecia, Islandia. De Paraguay se exporta a Londres y de allí, nosotros enviamos la marca a otros países. Tenemos una oficina en Londres, que es donde yo estoy; pero la marca se vende también ahora en Paraguay desde noviembre del año pasado en Alfonsina Shabby Store en Las Mercedes y en La Fábrica de Sueños en Carmelitas.
–Hoy hay bastante competencia en el rubro, ¿cómo logran sobresalir?
–Sí, sin duda, la industria de la moda es increíblemente competitiva y el haber lanzado la marca primeramente en Londres, que es uno de los mercados más competitivos del mundo, nos obligó desde un comienzo a innovar, a presentar algo diferente. Teníamos muy claro cuál era el consumidor target y presentamos algo que estaba llenando un espacio en el mercado: un producto lujoso, bien hecho, con cuidados.
–¿Tienen previsto expansión o nuevas inversiones?
–Sí, tenemos planes de expandir nuestra presencia en Paraguay, porque la recepción que tuvimos hasta el momento fue realmente fue muy buena y sabemos que ya tenemos muchos fans en Paraguay, incluso mucho antes de comenzar a vender la marca aquí, más adelante vamos a ir revelando los planes.
Fuente: ultimahora
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