En Montevideo se desarrolló una muestra que tiene un interés particular para Paraguay: las fotografías de la Guerra de la Triple Alianza, el tercer evento bélico en el mundo con documentación fotográfica.
Por Maricruz Méndez Vall
Escritora
"Pero
si estas imágenes nos horrorizan... En el Uruguay de aquel entonces,
¿los ciudadanos eligieron libremente formar 'la Triple Alianza' para
destruir a la próspera República del Paraguay, liderados por el general
Venancio Flores?", reflexiona el equipo de documentalistas uruguayos.
La
Guerra contra el Paraguay se denomina la muestra itinerante impulsada
por la Biblioteca Nacional del Uruguay y el Centro de Fotografía / IM,
cuya última y reciente exposición fue en el antiguo Bazar Mitre, de la
ciudad de Montevideo.
Luego
de las fotos de la Guerra de Crimea (1853-1856) y de la Guerra de
Secesión (1861-1865), las de la Guerra contra el Paraguay son el tercer
registro bélico del mundo y el primero de Sudamérica.
En 1866, el
Estudio Fotográfico Bate y Ca., radicado en Montevideo, envió un
fotógrafo a fin de registrar el frente de batalla y posteriormente
vender el material. En aquel entonces, el Gobierno uruguayo, que había
apoyado el viaje, las utilizó como propaganda política.
Hoy forman parte
de la colección iconográfica de la Biblioteca Nacional del Uruguay,
cuyo director, Carlos Liscano, es un ex preso político de la dictadura
uruguaya, además de reconocido escritor.
Se
suele decir que una imagen vale más que mil palabras, adquiriendo en
este caso un valor documental y una significación en la memoria
colectiva regional: una lectura sobre el dolor humano y la mutilación de
un pueblo, más allá de las razones o sinrazones de los protagonistas de
la época y de los intereses que llevaron al conflicto.
Traumático hecho histórico
A
la entrada recogemos un tríptico que, en pocas palabras, da cuenta del
genocidio: "La Guerra contra el Paraguay, desarrollada entre 1864 y
1870, fue llamada de la 'Triple Alianza' porque la República Argentina,
el Imperio del Brasil y el Estado Oriental del Uruguay se unieron en
alianza ofensiva y defensiva contra el Gobierno paraguayo presidido por
Francisco Solano López. "No fue una guerra más dentro de la historia
sudamericana. Fue la gran matanza del pueblo paraguayo".
"Todos los países
que participaron de esta conflagración sufrieron grandes pérdidas de
vidas humanas y gastaron enormes sumas de dinero. Pero el Paraguay, país
que prometía un desarrollo industrial y cuya población era de 1.300.000
personas, fue liquidado. Al fin de la contienda solo quedaron 200.000
sobrevivientes, la mayoría eran mujeres, ancianos y niños".
Las
fotos del archivo uruguayo son elocuentes: muestran el fatídico camino
de un final anunciado.
Hace poco, a través del Canal Público de la
Argentina, se pudo ver una miniserie documental denominada Guerra
Guasu. La Guerra del Paraguay, con el fin de instalar el debate en el
país vecino, que por cierto alberga a más paraguayos/as que la propia
Asunción.
Los
documentos tomados por Brasil en los archivos paraguayos durante la
misma guerra sólo fueron devueltos parcialmente y no son de acceso
público. Brasil devolvió el Álbum donde constan donaciones de joyas
durante la Guerra de la Triple Alianza, por gestión de la historiadora
Idalia Flores de Zarza. También unos 30 mil documentos de la colección
Río Branco.
Cabe recordar que el 24 de febrero de 1867 un grupo de
mujeres, reunidas en asamblea en la plaza pública en Asunción, donan sus
alhajas en apoyo al ejército paraguayo. Mucho tiempo después, a
instancias de Carmen de Lara Castro, el 24 de febrero se instituye como
Día de la Mujer Paraguaya.
Los
nombres responden a significaciones o ideologías que las sustentan; en
este caso, de todas las denominaciones dadas al traumático hecho
histórico: "Triple Alianza", "Guerra Guasu", "Guerra del Paraguay", es
la denominación uruguaya la que devela la realidad: "Guerra contra el
Paraguay".
Sería
sumamente productivo que esta muestra itinerante pueda llegar a nuestro
país, a los establecimientos educativos, a la comunidad, a fin de
reflexionar no solamente sobre el pasado que no se puede cambiar, sino
sobre los grandes desafíos presentes que nos interpelan: el modo de
resolución de conflictos, la necesidad de construir una cultura
antibélica, una cultura de paz y valores, que tanta falta nos hace.
Fuente: ultimahora
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