Paraguay: un milagro americano! Headline Animator

miércoles, 5 de febrero de 2014

El crecimiento sí está llegando a los pobres, según el economista brasilero Wagner Enis Weber



MITOS SOBRE LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD EN EL PARAGUAY (1)


Por Armando Rivarola


Permanentemente se repite que el crecimiento económico que está experimentando el país no alcanza a la mayoría de la población y no reduce la pobreza. 

Se apunta al sector agropecuario como pilar de un modelo excluyente y empobrecedor. 

El investigador brasileño Wagner Enis Weber refuta con datos categóricos esas afirmaciones y muchos otros mitos. 



Dr. Wagner Enis Weber, investigador brasileño de la Fundación Getulio Vargas. / ABC Color
.
/ ABC Color
  
.


/ ABC Color
.
/ ABC Color
  
.
Precarias casas en la Chacarita, detrás del Cabildo, cada una con una antena parabólica de señal de televisión satelital. El consumo de los pobres no condice con datos oficiales de pobreza extrema. / ABC Color

Curiosamente, mientras la mayoría de los países busca maquillar sus niveles de pobreza y desigualdad, aquí, ya sea por interés, por sesgo ideológico o por desconocimiento, no solo el gobierno, sino un gran número de personas y organizaciones hacen todo lo posible por inflarlos. 

Sin embargo, cualquier observador atento de la realidad nacional se debería preguntar, por ejemplo, cómo es posible que haya en Paraguay casi 20 por ciento de pobreza extrema, es decir, de gente que no tiene para comer, y, al mismo tiempo, más de 6 millones de líneas de teléfono celular, alrededor de un millón de motos, récord de ventas de cerveza y de otorgamiento de créditos de consumo, entre otras aparentes incoherencias. 

El doctor Wagner Enis Weber, egresado de la Universidad Federal de Paraná, economista e investigador de la Fundación Getulio Vargas, experto en estadística, autor de varios libros sobre nuestro país, como Paraguay: Milagro Americano y Sinceramiento de la Economía Paraguaya, gran divulgador de Paraguay en Brasil y enlace de inversiones brasileñas en el país, nos hace notar que la respuesta es más obvia de lo que parece: ese y muchos otros datos oficiales que tomamos por ciertos están gravemente tergiversados o son directamente falsos. 

Y nos explica por qué.


–¿Es cierto que el crecimiento económico en Paraguay no está llegando a los pobres?
–Totalmente equivocado. Si fuese cierto, ¿cómo explicar el crecimiento del 20 por ciento del consumo en 2012? Si fuese cierto, ¿cómo se explica, por ejemplo, que el Banco Mundial detectó una caída en los últimos años de más de 7 por ciento de la desigualdad en Paraguay y una caída de más de 50 por ciento de la pobreza extrema?

–¿Esos datos son consistentes con los oficiales de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC) o son diferentes?
–Son diferentes. No coinciden, entre otras cosas, porque en el año 2008 la DGEEC hizo un cambio sustancial en la metodología y aumentó en casi 40 por ciento el costo de la canasta que se toma como referencia para medir la pobreza, lo cual distorsionó completamente la cifra.

–¿Cuáles son las distintas metodologías que se utilizan internacionalmente para medir la pobreza?
–Básicamente, hay dos metodologías utilizadas por los países. Una es la metodología del Banco Mundial, que fija un valor en dólares diario como ingreso mínimo para determinar si una persona es pobre o extremamente pobre. 

Para el Banco Mundial una persona está en pobreza extrema si tiene un ingreso menor a US$ 1,25 ajustado al costo de vida, se llama dólar por paridad de compra. Se fija un costo de vida en Estados Unidos y un costo de vida para cada país. Entonces, por ejemplo, lo que se puede comprar con US$ 1,25 en Estados Unidos se compra con el equivalente de 80 centavos en Paraguay. En el caso de Brasil, es de US$ 1,30, porque en este momento el costo de vida en Brasil es más alto que en Estados Unidos. 

La otra metodología es la que se utiliza en Paraguay, que es establecer un costo de una canasta básica de alimentos para pobreza extrema y el de una canasta básica de consumo para pobreza.

–¿Cuál de los dos métodos es mejor?
–El problema con el segundo método es que depende de qué productos uno incluye en esas canastas y qué precio les pone, algo que cada país acomoda a su conveniencia. Por ejemplo, en Venezuela eligieron como criterio que un venezolano que no consume por lo menos 2.200 calorías por día está en pobreza extrema. En Paraguay se determinó como mínimo 2.800 calorías por día más 116 gramos de proteína. En Argentina los valores son otros y así sucesivamente.

–Brasil utiliza la metodología del Banco Mundial, ¿es así?
–Efectivamente. Utiliza el parámetro de un ingreso de hasta US$ 1,25 por día para pobreza extrema y de hasta US$ 2,50 para pobreza.

–¿Acaso el Banco Mundial no establece un valor de US$ 4 para pobreza total?
–Sí, es cierto. En parte es por eso que Brasil parece estar tan bien en los indicadores. Resulta que cada país se comprometió a alcanzar los objetivos del milenio, uno de los cuales es la reducción de la pobreza. Brasil redujo la exigencia y así alcanzó rápidamente el objetivo.

–¿Entonces cada país pone la cifra que quiere?
–Esta manipulación estadística es típica de los países populistas de izquierda. En Argentina, por ejemplo, ellos fijaron un costo de 6 pesos por día como pobreza extrema, que sería hoy alrededor de 78 centavos de dólar al cambio oficial, la mitad de lo que se usa internacionalmente. Y no solo eso, sino que toman precios supuestamente congelados de la canasta básica, que en la práctica no existen en ningún lugar. Entonces, claro, ahí aparece que en Argentina no hay miseria, por las estadísticas del Indec.

–¿Y Paraguay?
–El caso paraguayo es curioso, porque aquí parece que hay un empeño en inflar, no en minimizar, los datos de pobreza.

–¿Una manipulación, pero al revés?
–Algo así. En Paraguay se parte de una base establecida en 1997-1998, cuando se hizo un trabajo que se llamó Encuesta Integrada de Hogares, en el que la DGEEC tomó los datos de las familias para determinar cuál era el consumo típico, tanto de alimentación como de vestimenta y demás, el peso de cada componente en el gasto familiar y el costo que este consumo tenía. A partir de ahí se fijó un costo de una canasta de alimentos y de una canasta de consumo para Asunción y área metropolitana, otro para interior urbano y otro para área rural.

–¿Y ese costo es invariable desde 1998?
–No es invariable, pero el ajuste es engañoso. Cada año se mide la pobreza total y la pobreza extrema con las Encuestas Permanentes de Hogares (EPH) en el área metropolitana, en el interior urbano y en las áreas rurales, considerando el costo establecido en la Encuesta Integrada de Hogares de 1997/98, con una actualización conforme al Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Banco Central del Paraguay, que es donde radica parte del problema.

–¿Por qué es un problema?
–En primer lugar, porque el IPC se calcula con una encuesta que se hace solo en el área metropolitana, pero la DGEEC lo utiliza para actualizar los precios de todo el país. En segundo lugar, porque la DGEEC toma el IPC general para ajustar el precio de la canasta de alimentos, con lo cual se le imputa a los alimentos la inflación de otros rubros. Pero esto no es lo más grave. Lo más grave, como decía, es lo que ocurrió en 2008.

–¿Qué ocurrió?
–Ocurrió que las EPH empezaron a mostrar una reducción importante de la pobreza extrema en el área rural e interior urbano y un aumento de la pobreza extrema en el área metropolitana. Y en lugar de buscar explicaciones al fenómeno, la DGEEC llegó a la “brillante” conclusión de que estaba mal su cálculo y simplemente alzó arbitrariamente el precio de la canasta del área rural y disminuyó el de la canasta del área metropolitana. Entonces a partir ahí nuevamente comenzó a subir la pobreza y la pobreza extrema en el área rural y a bajar en Asunción y el área metropolitana, y todos se quedaron felices.

–Si fue 2008, estamos hablando del fin del gobierno de Nicanor y el principio del gobierno de Lugo.
–Exactamente.

–¿Cuáles fueron los valores?
–En el área rural, el precio de la canasta de alimentos para calcular la pobreza extrema pasó de G. 49.000 por persona a G. 67.000, lo que representa casi un 40 por ciento.

–¿Cuál sería el nivel de pobreza si no se hubiera cambiado ese monto?
–No sabría decir con esta metodología, porque habría que recalcular todo. Pero si se usara la metodología del Banco Mundial, de un monto de dólares ajustado al poder de compra, la pobreza extrema a 2010 en Paraguay sería de poco más del 7 por ciento de la población (contra 18 por ciento según la última cifra oficial).

–¿Por qué se estaba dando esa caída de la pobreza en el sector rural?
–Hay dos importantes explicaciones. La primera es que hubo una reducción muy grande del tamaño de las familias en el área rural. Según el Censo de Población y Viviendas, en 1992 había 5,5 personas por hogar en promedio. En el censo agropecuario de 2008, el promedio bajó a poco más de 3 personas por hogar. Entre los censos agropecuarios de 1991 y 2008, el número de habitantes en el área rural cayó de 1.500.000 a 1.000.000, una reducción de un tercio. En contrapartida, la cantidad de fincas se mantuvo casi estable, con una variación de menos del 10 por ciento.

–¿Eso impacta en la pobreza?
–La pobreza tiene dos componentes fundamentales, uno es el crecimiento económico y el otro es el crecimiento demográfico. Si usted tiene alto crecimiento económico y alto crecimiento demográfico, la reducción de la pobreza no es tan acentuada. En términos más concretos, si usted tiene más personas en un hogar, más ingresos ese hogar necesita para cubrir las necesidades de todos.

–¿Cuál es la segunda explicación?
–El segundo factor que influyó en una reducción de la pobreza en el sector rural es justamente el que mucha gente critica, que es el aumento de la producción de granos y, al mismo tiempo, la virtual eliminación de la producción de algodón en pequeña escala. El algodón teóricamente daba ingresos a los productores, pero solo una ínfima parte quedaba en sus manos. Con la paulatina desaparición del algodón se aceleró la migración del campo a la ciudad, en coincidencia con el aumento fantástico del comercio de triangulación y el crecimiento de las dos mayores áreas metropolitanas del país. La migración al exterior es un fenómeno un tanto posterior.

–¿Y por qué influyó la producción de granos?
–Porque creó polos donde empezó a circular mucho dinero y a desarrollarse un comercio interno fuerte y un sector industrial. Si uno se fija en la fuente de ingresos de las familias a través de las EPH, encuentra que aumentó mucho en las áreas rurales la ocupación de las personas en comercio y servicios, y también en industrias. Los agronegocios fueron un factor muy importante para la diversificación de las fuentes de ingresos en el campo.

–No todos coinciden con que la desaparición del algodón mejoró la situación de los campesinos.
–Sin embargo, la mejoró. Y no solo porque accedieron a otros y mejores ingresos, sino porque aumentaron su producción de autoconsumo en lugar del algodón. En el censo agropecuario de 1991 menos del 5 por ciento de los inmuebles censados tenían granja propia. En el censo de 2001 fueron 54 por ciento. Aquí se habla mucho de agrotóxicos, pero nunca se consumieron tantos agrotóxicos como en la época del algodón. El algodón no permitía otros cultivos, había solo una cultura por año de algodón y nada más.

–¿Se incluye como ingreso en las áreas rurales la producción propia de alimentos?
–Sí, se incluye como ingreso imputado de alimentación. Un porcentaje de esas calorías mínimas se produce en la propia finca y se considera.

–Volvamos a la pregunta inicial, ¿se refleja el crecimiento económico en una reducción de la pobreza?
–Definitivamente. Más allá del método que se use, la pobreza en el Paraguay está disminuyendo por efecto del crecimiento económico. Si así no fuera, no habría forma de explicar un aumento del 20 y 30 por ciento anual en el consumo.

–Sin embargo, ahora se reporta una caída del consumo en 2013, que fue un año de crecimiento.
–No es que bajó el consumo. Lo que bajaron fueron las ventas formales por el contrabando. Para saber si aumentó o no el consumo hay que preguntarles a las personas si consumieron más o menos. Y existe una metodología que es utilizada hoy, desarrollada por la Universidad de Vanderbilt, para determinar la pobreza a través de la posesión de bienes durables, que incluso usa el IPEA de Brasil como uno de sus indicadores. Se refiere a la posesión de heladeras, cocinas, televisores, automotores, etc. Usted va a ver a lo largo de las encuestas de hogares una evolución espectacular de la adquisición de bienes durables en Paraguay por parte de la población de bajos ingresos.

–¿Tenemos cifras de eso?
–Sí, los datos están en las encuestas de hogares. Por ejemplo, el porcentaje de la población rural con televisor pasó de 56 a 82 por ciento de 2002 a 2011; con heladera, de 58 a 73 por ciento; con teléfono celular, de 16 a 83 por ciento; con motocicleta, de 11 a 55 por ciento. Estos son solo ejemplos, hay muchos otros. Entonces, ¿cómo puede ser que la gente no tenga más ingresos, si al mismo tiempo está comprando todo esto?

–Y no son bienes tan baratos.
–Exacto, son televisores LED, motocicletas, el mantenimiento de una línea de celular no es barato y más del 90 por ciento de los hogares paraguayos tienen más de un teléfono celular. Entonces, si fuera cierto, como se dice, que el 20 por ciento de la población está en pobreza extrema, lo que significa que no le alcanza para comer, ¿cómo puede ser que esas personas puedan comprar y mantener, por ejemplo, una línea de celular, o pagar la energía eléctrica para hacer funcionar sus equipos?

–¿Endeudándose?
–Sí, pero nadie da en cuotas a alguien que no tiene ni para comer. Además, y esto es significativo, la gente en Paraguay paga al día. Si a alguien no le alcanza para alimentarse, lo lógico es que deje de pagar sus deudas. Sin embargo, la tasa de morosidad de Paraguay es la más baja de Sudamérica, y eso aun con el más alto crecimiento de los créditos de Sudamérica en los últimos diez años, de acuerdo con los datos del BCP.


arivarola@abc.com.py


Impacto del cambio metodológico incorporado en 2008 en la medición de pobreza 

De un plumazo incrementaron casi 70% la cantidad de pobres extremos


La cantidad de pobres extremos rurales en Paraguay fue incrementada de un plumazo cerca del 70% con el cambio metodológico introducido en el 2008 por la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), al saltar la antigua línea desde un 18,3% hasta el 30,9%, según el Dr. Wagner Enis Weber, investigador de la Fundación Getulio Vargas. 



/ ABC Color
 
 

La antigua línea de medición de la pobreza extrema en el área rural del país refleja porcentajes menores en el periodo comprendido desde 1997 hasta el 2008 (ver gráfico) a los encontrados posteriormente con la modificación en el método de medición y que consistió simplemente en aumentar el precio de la canasta básica de alimentos y la canasta básica de consumo para el área rural y reducir el de las canastas para el área urbana. 

En el periodo del 2008 al 2009 se incorporó un cambio cuando en el área rural el precio de la canasta de alimentos para calcular la pobreza extrema se pasó de G. 49.000 por persona a G. 67.000. La variación hecha por la DGEEC significó una modificación sustancial en la metodología y aumentó en casi 40 por ciento el costo de la canasta que se toma como referencia para medir la pobreza, lo cual distorsionó completamente la cifra.

Así, con la antigua línea de medición de la pobreza extrema en el área rural se reflejaba que en el 2008 solo 18 de cada 100 personas eran pobres extremos, mientras con el nuevo método se registró un enorme salto a 31 personas por cada 100 que vivían en ese incómodo segmento social. En el 2007, del 24,4% se incrementó al 34,0%; en 2006 pasó de 26,3% al 35,9%; en el 2005, del 20,8%, al 24,3%; en el 2004 la pobreza extrema rural aumentó de 22,8% al 26,2%; en 2003, del 28,7% al 31,2%; en 2002, del 31,1% al 39,2%; en el 2001 pasó del 25,6% al 28,2%; en 1999 del 26,5% al 31,4%, y entre 1997 y 1998 aumentó del 28,9% al 32,0%, según la comparación realizada por el economista Weber.

En Paraguay se parte de una base establecida en 1997/1998, cuando se hizo un trabajo llamado Encuesta Integrada de Hogares, en que la DGEEC tomó los datos de las familias para determinar cuál era el consumo típico, tanto de alimentación como de vestimenta y demás, el peso de cada componente en el gasto familiar y el costo que este consumo tenía. A partir de ahí se fijó un costo de una canasta de alimentos y de una canasta de consumo para Asunción y su área metropolitana, otro para interior urbano y otro para área rural.

Para Weber, el ajuste realizado por la DGEEC es engañoso. Cada año se mide la pobreza total y la pobreza extrema con las Encuestas Permanentes de Hogares (EPH) en el área metropolitana, en el interior urbano y en las áreas rurales, considerando el costo establecido en la Encuesta Integrada de Hogares de 1997/98, con una actualización conforme al Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Banco Central del Paraguay, que es donde radica parte del problema.

El inconveniente surge, en primer lugar, porque el IPC se calcula con una encuesta que se hace solo en el área metropolitana, pero la DGEEC lo utiliza para actualizar los precios de todo el país. En segundo lugar, porque la DGEEC toma el IPC general para ajustar el precio de la canasta de alimentos, con lo cual se les imputa a los alimentos la inflación de otros rubros, explicó.


Fuente: ABC
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comente aqui