domingo, 12 de mayo de 2013

Argentina y Paraguay, decadencia y progreso




D E N D E

Por Alberto Acosta Garbarino, presidente de Dende.

 

Por diferentes motivos viajo con frecuencia a Buenos Aires, desde donde estoy escribiendo este artículo.

Me impresiona en cada viaje el deterioro económico, social y de expectativas que existe en la otrora opulenta sociedad argentina.

En contraste con el Paraguay que está viviendo un proceso inverso, donde el optimismo reina en amplios sectores y el país parece encaminarse hacia un crecimiento sostenido.

Se pueden utilizar ríos de tinta para explicar ambos fenómenos, pero en este breve artículo quiero referirme solamente a tres aspectos fundamentales, que casualmente comienzan con la letra "i".

La primera "i" es la información. En una economía capitalista, los principales agentes económicos pertenecen al sector privado, quienes gracias a las informaciones que reciben desde el mercado y desde el Estado tienen los incentivos o no, para tomar sus decisiones de inversión.

Desde el mercado se recibe información de los llamados microprecios, es decir el de los bienes y servicios y desde el Estado se recibe la información de los llamados macroprecios, como la tasa de interés y el tipo de cambio.

Estos precios son las señales o los estímulos que espera el sector privado para realizar sus inversiones. El sistema de precios es la fuerza que organiza todo el funcionamiento de una economía capitalista.

La Argentina hoy, con la manipulación de la tasa de inflación por parte del Indec, con la distorsión del tipo de cambio (el oficial y el "blue"), con los precios subsidiados de los servicios públicos, con el congelamiento de los precios de los productos básicos, prácticamente ha destruido la esencia de un sistema de precios.

Por su parte, el Paraguay se encuentra en la vereda de enfrente; con un índice de inflación creíble, con un mercado de cambios único y libre, y con los precios de los productos y servicios fijados por la oferta y la demanda.

La segunda "i" es la inflación. En este punto no cabe duda de que la Argentina ha sido posiblemente el país más irresponsable del mundo en el manejo de su política monetaria. Desde el año 1970 cuando regía el Peso Ley y el tipo de cambio era de 3,79 por dólar, la Argentina ha cambiado tres veces de moneda y en ese proceso le ha sacado diez ceros a las mismas.

Si no hubieran cambiado las monedas y no hubieran quitados los ceros, el tipo de cambio oficial de hoy no sería de 5,21 pesos por dólar ¡sino de 52.100.000.000!

En esta "i" el Paraguay se encuentra en la vereda de enfrente, con la misma moneda, el guaraní, desde el año 1943 y sin haberle quitado nunca un solo cero, producto de un Banco Central independiente y con un manejo prudente de la moneda.

La tercera "i" es la inversión. La inversión es la única llave que abre la puerta del crecimiento económico, de la generación de empleo, de la reducción de la pobreza y del desarrollo sostenible.

Según Andrés Oppenheimer en el mundo solamente existen dos clases de países: los que atraen inversiones y los que expulsan inversiones.

América Latina, en general, y el Paraguay, en particular, se encuentran en este momento en el grupo de los países que atraen inversiones, por tener un manejo macroeconómico muy prudente, con información confiable y con inflación baja.

Por los motivos opuestos, la Argentina y Venezuela son los únicos países de la región que están expulsando inversiones, tanto locales como internacionales.

Se calcula que más de 200.000 millones de dólares de los argentinos se encuentran hoy depositados en bancos del exterior y la fuga de capitales parece incontenible.

Sin duda, la fórmula de la decadencia o del progreso se encuentra en estas tres letras "i": información transparente, inflación controlada y un marco predecible para las inversiones.

Que todos aprendamos la lección.



Fuente: ultimahora

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