Energía del público, carisma de los artistas y un final pasado por agua marcó la noche en la que Jamiroquai se presentó por primera vez en Paraguay.
Jay Kay, vocalista y líder de Jamiroquai, derrochó carisma y energía sobre el escenario. / Andrés Cristaldo, ABC Color. |
Miles de fans se reunían el martes en el Jockey Club de Asunción por primera vez en el año para el concierto que daría inicio a la temporada de grandes recitales internacionales en Paraguay este 2013: Jamiroquai, aquella popular banda inglesa de acid jazz y soul liderada por el excéntrico cantante Jay Kay se iba a presentar por primera vez en el país.
La jornada se había visto marcada por una fuerte, aunque esporádica lluvia sobre la capital paraguaya hacia el mediodía, que causó alarma entre los fans que inundaron las redes sociales con consultas sobre si el clima afectaría al show, a lo que la productora Garzia Group –responsable del evento– aclaró que no. Lo ocurrido con eventos cancelados por la lluvia, como los conciertos de Scorpions y Molotov el año pasado, no se repetiría.
Y, efectivamente, lo primero que uno podía notar al llegar al hipódromo donde tendría lugar el espectáculo, era que tanto el escenario principal como sus costados se hallaban cubiertos. Con el paso de las horas de la tarde el clima pareció estabilizarse, aunque mientras se acercaba la hora del show las nubes negras volvían a cubrir el cielo asunceno.
Hacia las 20:30 subió al escenario del DJ paraguayo P. López, quien empezó a animar la noche con un repertorio lleno de música soul y acid jazz, ciertamente un preludio de lo que se vendría. López, un DJ con amplia experiencia en géneros como la música dance, estuvo por media hora sobre el escenario.
A las 21:00 subían a escena los bateristas Mauricio Román (Gaia) y Guillermo Gayo (Flou), quienes conforman el dúa 2DrumashUp, un interesante experimento que consiste en poner acompañamiento a dos baterías a remixes de clásicos de distintos géneros. El repertorio de esta noche del dúo incluyó canciones de artistas como Fat Boy Slim, Bob Marley, Skrillex y Queen, e incluso una muy celebrada versión de la icónica canción del primer nivel del videojuego “Super Mario Bros.”.
Luego de que se apagaran los aplausos para los bateristas, la emoción del público comenzaba a crecer con cada minuto, a medida que en el escenario se preparaban los instrumentos y se hacía el último chequeo del sonido.
Finalmente, pasados unos minutos de las 22:00, los integrantes de la agrupación comenzaron a subir al escenario y el público explotaba en vítores. Finalmente, apareció el emblemático Jay Kay, vestido con una camisa de diseños artesanales, jeans y un sombrero verde –mucho más discreto que sus habituales adornos con plumas–, que le combinaba con los calzados.
Tras saludar con un “¡Paraguay!”, sin muchos más preámbulos, el concierto dio inicio con la canción “Twenty Zero One”, un tema de generosos coros de voces femeninas y una pegajosa percusión que da como resultado una fusión de acid jazz con no pocos elementos de rock.
Luego el público explotaba al reconocer –casi inmediatamente– las primeras notas de uno de los mayores éxitos de la trayectoria de la banda, “Alright”, con las líneas entonadas tanto por el público como por un movedizo y enérgico Kay; apenas era la segunda canción y el ambiente ya era de fiesta completa. La estética de la pantalla principal mostraba al planeta Tierra y, tiempo después, una serie de pirámides.
El vocalista no estaba allí para hablar con el público, con la acostumbrada demagogia de los artistas internacionales; pero, sin dudas, estaba listo para demostrar su carisma y hacer nacer una notable química entre él y sus fans. Kay se movía, bailaba y vibraba con un groove que –definitivamente– solo es suyo.
Seguía la canción “Use The Force”, constantemente aplaudida por el público, luego de la cual el Jockey volvió a explotar con el tema “High Times”; cada salto y movimiento de baile de Kay generaba gritos del público, mientras prendas de vestir volaban hacia el cantante; los saxofones y el coro ponían una nota más retro a la noche… que, por ese momento, ya era una fiesta de sonidos.
Ese tono disco se mantuvo con “Little L”, siempre coreado con fuerza por un público que respondía entusiasta a cada arenga de los artistas. La estética technicolor mantenía el espíritu de los ’70, que parecía haber regresado.
Luego vino otro de sus grandes éxitos, cuando el trío de coristas de la banda daba la introducción a la canción “Canned Heat”. Fue una de las canciones más largas de la noche, con solos de percusión, acompañamientos de los instrumentos de viento, lucimiento para las mencionadas coristas y un sonriente Kay, siempre receptivo con el público, que aprovechó para regalarle una chaqueta negra con la bandera paraguaya estampada; los fans aplaudían con una gran sincronía, acompañando perfectamente el ritmo de la música.
Kay seguía coqueteando con el público –y bailando sin detenerse–, cuando comenzó a sonar “Space Cowboy”, de nuevo muy celebrado, que fue seguido por la canción “Main Vein”, de impetuosos coros contrastados con elegantes solos de bajo.
La fiesta –que nunca se detuvo– volvió a subir de tono con “Cosmic Girl”, con un siempre expresivo Kay presidiendo desde el escenario la fiesta cósmica. Seguía el tema “Travelling Without Moving”, que retumbó en el hipódromo bajo un cielo enrojecido y cubierto de nubes de tormenta, con algunas gotas ya cayendo sobre el público.
Una hora y media después del inicio del show llegaba el que sería el último tema del concierto, la mucho más rockera “Deeper Underground”. Un aire místico se apoderaba del escenario, mientras el vocalista empezaba a despedirse de los paraguayos. El líder de la banda saltaba, señalaba a sus fans más cercanos y, mientras las gotas seguían cayendo, se despedía. “¡Paraguay! ¡Muchas gracias!”, expresó.
Cuando era momento de “Love Foolosophy”, el vocalista brincaba hasta algún extremo del escenario, mientras las coristas hacían lo suyo, con los pasos coordinados. La energía era de Kay, la musicalidad, de toda su gran banda.
Durante los últimos momentos del tema, comenzó con fuerza una lluvia que marcaría –en coincidencia– el final del espectáculo. Aunque el público esperó unos minutos bajo la lluvia con la esperanza de que la banda regrese, antes de resignarse al ver que el equipo de producción ya desmantelaba los instrumentos y bajaba las pantallas gigantes.
El encore final de “White Knuckle Ride” –que había intepretado al final, en los últimos conciertos de la gira– no pudo ser posible, ante la intensa lluvia que por entonces se había apoderado del Jockey.
Un público que supo cantar, bailar y emocionarse a lo largo de la noche se retiraba, al fin, esta vez bajo la lluvia. Mojados… pero felices de ver en su tierra a una de las principales agrupaciones de funk en el mundo. Que se repita.
Fuente: ABC
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