Se trata de personas de la tercera edad que, con la ayuda de una maestra jubilada hace tiempo, aprenden a escribir y leer las primeras letras, similar a los niños de los primeros grados de la escuela.
Paciencia. El manejo del lápiz para trazar las letras es toda una hazaña para estos alumnos. Foto Noelía Duarte |
Por Noelia Duarte Solís
HERNANDARIAS
El dicho popular que nunca es tarde para aprender se aplica perfectamente al grupo de 17 abuelitos que concurren semanalmente a la casa de doña Marcias Giménez Espínola, una docente jubilada desde hace 30 años, que desarrolla sus conocimientos con esas personas que jamás acudieron a la escuela y que ni siquiera sabían escribir su nombre.
El loable emprendimiento forma parte del curso de alfabetización de adultos, con materiales audiovisuales, promovidos por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) que arrancó en julio y debe concluir en el mes de noviembre. El plan se denomina Yo sí puedo, destinado exclusivamente a los adultos mayores.
Las clases se desarrollan cada miércoles en la casa de la profesora Marcias, en el barrio Caacupemí, quien fue capacitada junto a varias personas por el MEC para el trabajo de alfabetización de adultos, pero la gran mayoría no inició las clases con los abuelitos.
Al momento de la nota periodística, estaban 15, dos de ellos estaban en cama y la señora Marcias explicó que luego visitaría a cada uno para ponerlos al día con las lecciones, porque no quieren perderse ni un solo detalle de los contenidos desarrollados en las clases.
La maestra es dirigente de un grupo de ayuda a personas de la tercera edad y las autoridades del MEC le prometieron el pago de 1.300.000 guaraníes, por única vez, al comienzo del curso, pero hasta el momento no recibió dinero alguno y reclama a las autoridades locales de la Secretaría de Estado que cumplan con ese compromiso.
PRECARIEDAD. Una mesa larga en el patio de la casa de la profesora es utilizada como pupitre por los alumnos, cuyas edades oscilan entre 55 y 90 años. El MEC les proveyó los útiles escolares y lo que debería ser utilizado en una sala de clases, pero las tizas siguen en cajas porque no cuentan con un pizarrón para ampliar las explicaciones de los contenidos.
"Lo hacemos todo a base de la paciencia, me siento contenta y orgullosa porque ahora ya manejan bien sus manos, se interesan por superarse y entienden que mejoraron sustancialmente los garabatos que hacían cuando vinieron por primera vez y persisten en medio de esta precariedad", dijo la docente.
MERIENDA. Se quejó de que en más de una ocasión recurrieron a la Gobernación del Alto Paraná para pedir pupitres, la pizarra y la provisión de la merienda escolar, pero nunca recibieron respuesta de las autoridades regionales.
En cuanto a la merienda, ña María, una de las alumnas, se avivó y es la encargada de llevar tortas que les vende a sus compañeros en el entretiempo, entre letras y números que van aprendiendo como el niño que concurre por primera vez a la escuela.
CONTINUIDAD. El curso de alfabetización para adultos mayores debe concluir el 3 de noviembre. Actualmente no están pudiendo observar los materiales audiovisuales porque el televisor de doña Marcias está averiado.
Entonces recurren a las explicaciones a cada uno en sus respectivos cuadernos y quien capta más rápido las orientaciones de la maestra, también presta su solidaridad a sus compañeros durante las horas de clase.
La profesora pide que alguna institución les provea de cursos de artesanía o algo que los abuelitos puedan realizar para que no queden ociosos luego del término de las clases, en el mes de noviembre próximo.
"Nosotros decimos que toda ayuda es bienvenida, finalmente nos hace falta todo, pero creo que será como una terapia para nosotros hacer algo de artesanía y que nos ayude a tener algún ingreso", recalcó doña Marcias Giménez, mientras corregía una tarea recién terminada por una de las alumnas.
HERNANDARIAS
El dicho popular que nunca es tarde para aprender se aplica perfectamente al grupo de 17 abuelitos que concurren semanalmente a la casa de doña Marcias Giménez Espínola, una docente jubilada desde hace 30 años, que desarrolla sus conocimientos con esas personas que jamás acudieron a la escuela y que ni siquiera sabían escribir su nombre.
El loable emprendimiento forma parte del curso de alfabetización de adultos, con materiales audiovisuales, promovidos por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) que arrancó en julio y debe concluir en el mes de noviembre. El plan se denomina Yo sí puedo, destinado exclusivamente a los adultos mayores.
Las clases se desarrollan cada miércoles en la casa de la profesora Marcias, en el barrio Caacupemí, quien fue capacitada junto a varias personas por el MEC para el trabajo de alfabetización de adultos, pero la gran mayoría no inició las clases con los abuelitos.
Al momento de la nota periodística, estaban 15, dos de ellos estaban en cama y la señora Marcias explicó que luego visitaría a cada uno para ponerlos al día con las lecciones, porque no quieren perderse ni un solo detalle de los contenidos desarrollados en las clases.
La maestra es dirigente de un grupo de ayuda a personas de la tercera edad y las autoridades del MEC le prometieron el pago de 1.300.000 guaraníes, por única vez, al comienzo del curso, pero hasta el momento no recibió dinero alguno y reclama a las autoridades locales de la Secretaría de Estado que cumplan con ese compromiso.
PRECARIEDAD. Una mesa larga en el patio de la casa de la profesora es utilizada como pupitre por los alumnos, cuyas edades oscilan entre 55 y 90 años. El MEC les proveyó los útiles escolares y lo que debería ser utilizado en una sala de clases, pero las tizas siguen en cajas porque no cuentan con un pizarrón para ampliar las explicaciones de los contenidos.
"Lo hacemos todo a base de la paciencia, me siento contenta y orgullosa porque ahora ya manejan bien sus manos, se interesan por superarse y entienden que mejoraron sustancialmente los garabatos que hacían cuando vinieron por primera vez y persisten en medio de esta precariedad", dijo la docente.
MERIENDA. Se quejó de que en más de una ocasión recurrieron a la Gobernación del Alto Paraná para pedir pupitres, la pizarra y la provisión de la merienda escolar, pero nunca recibieron respuesta de las autoridades regionales.
En cuanto a la merienda, ña María, una de las alumnas, se avivó y es la encargada de llevar tortas que les vende a sus compañeros en el entretiempo, entre letras y números que van aprendiendo como el niño que concurre por primera vez a la escuela.
CONTINUIDAD. El curso de alfabetización para adultos mayores debe concluir el 3 de noviembre. Actualmente no están pudiendo observar los materiales audiovisuales porque el televisor de doña Marcias está averiado.
Entonces recurren a las explicaciones a cada uno en sus respectivos cuadernos y quien capta más rápido las orientaciones de la maestra, también presta su solidaridad a sus compañeros durante las horas de clase.
La profesora pide que alguna institución les provea de cursos de artesanía o algo que los abuelitos puedan realizar para que no queden ociosos luego del término de las clases, en el mes de noviembre próximo.
"Nosotros decimos que toda ayuda es bienvenida, finalmente nos hace falta todo, pero creo que será como una terapia para nosotros hacer algo de artesanía y que nos ayude a tener algún ingreso", recalcó doña Marcias Giménez, mientras corregía una tarea recién terminada por una de las alumnas.
Fuente: ultimahora
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