El Paraguay está en una posición muy positiva: es democrático, con una continuidad política, serio, con impuestos bajos, dijo.
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Por Carlos Gómez
@CarlosGomezPy
Arquitectura
Latinoamericana para el mundo, es lo que ofrece el prestigioso
arquitecto Carlos Ott, que viaja los 365 días del año a lo largo del
planeta, captando la atención de la humanidad. Con proyectos en el
sudeste asiático, Norteamérica, Medio Oriente, muy cerca aquí en
Argentina, Brasil y Uruguay, asegura que la clave es estar concentrado, además de contar con un muy buen equipo de trabajo en cada país que visita.
Un hombre
sencillo, bromista, descontracturado y muy agradable, a sus casi 70
años, mantiene un ritmo de vida vertiginoso, y aunque bromea con su
edad, acompaña muy bien el paso del tiempo. Ott es un hombre sui
géneris, irreverente y directo que ha dedicado la mayor parte de su vida
a la arquitectura, su firma está en proyectos muy importantes de todo
el mundo. El primero y más notorio fue la Ópera de la Bastilla, en
París, inaugurado en el bicentenario de la Revolución francesa. Tras el
éxito de París, su vida cambió radicalmente iniciando un camino que más
adelante lo llevó a imaginar y diseñar el famoso Burj Al Arab, el
reconocido hotel 7 estrellas y símbolo de Dubai. Carlos construye
aeropuertos, hospitales, salas de espectáculos, hoteles y dice que
siente la misma emoción con todos esos proyectos.
Una de las luminarias de la arquitectura mundial viene a dejar su huella en Asunción, con la construcción del Hilton Hotels & Resorts, una de las compañías hoteleras más grandes del mundo que llega a Paraguay.
-Se pasa todo el año viajando
Sí, y a
mi novia no le gusta mucho (risas). Ella a veces me acompaña, aunque mis
viajes no son muy simpáticos, no es lo mismo ir a República Dominicana
(playa) que a una sala de reuniones.
–Visitó por primera vez nuestra capital en el 2008. ¿Qué conoce de Paraguay?
La
primera vez que vine a Asunción, me invitaron a dar una conferencia para
la Sociedad de Arquitectos del Paraguay, tuve la gran suerte de
alojarme en el Hotel Guaraní del arquitecto brasileño Niemeyer.
Me permitió salir a caminar dos o tres días, recorrí unas cuadras del
centro histórico de ustedes, muy lindas por cierto. Vemos hoy, desde el
mundo, a Paraguay en una posición muy positiva: democrático, con una
continuidad política, serio, con impuestos bajos, con un muy buen
intercambio comercial.
–En
ese entonces, admiró la abundancia de los espacios verdes y obras
antiguas, el problema aquí es que no sabemos cuidar esos espacios
Hay que
preservar los espacios históricos, un país sin memoria no tiene futuro.
Me ha tocado trabajar en proyectos históricos emblemáticos, y el legado
de nuestros antecesores es clave porque no es para nosotros, es para
nuestros sucesores. Un país muy agradable, con gente muy amable,
tranquila, un país verde. Aunque mi conocimiento sobre el país es muy
limitado, lo poco que conozco me gusta.
–Ganador
de la Ópera de la Bastilla, en París, también conocida como “la ópera
del pueblo” inaugurada en el bicentenario de la Revolución Francesa en
1989.
Estaba
con ganas de desarrollar un proyecto, volver al lápiz y al papel. En
esos días se hizo un concurso internacional, 1983, y Francia invitaba a
arquitectos de todo el mundo a celebrar el Bicentenario de la Revolución
Francesa, construyendo una nueva Ópera. 2.000 interesados se
presentaron, todos queríamos el proyecto, mandé el mío en marzo del ’83 y
en setiembre me informan que era uno de los finalistas. Al llegar a
París me preguntan: “señor, ¿dónde está su equipo?”; yo respondí: “El
equipo soy yo, vine solo”. Por suerte fui inteligente y pedí la
colaboración de estudiantes franceses, se presentaron miles. Era un
proyecto para los franceses, tenía que trabajar con ellos.
-Y ganaron
Finalmente
ganamos, pero como no tenía experiencia, me exigieron residencia en el
país, 6 años muy difíciles ya que tuve que navegar en aguas complicadas,
políticamente en el país hubo un cambio, recuerdo que el Primer
Ministro, Jacques Chirac, quiso parar la obra, pero el
presidente François Mitterrand me decía “el plan no se modifica”, así
que de una forma u otra forma aprendí a manejarme en esa complicada
situación. Un proyecto muy criticado, polémico, pero lo terminamos: 3
salas, 150.000 m², 1.000 millones de dólares, un símbolo para la
cultura, donde hoy trabajan más de 4.000 personas.
–Fue un proyecto político, muy polémico, con mucha gente en contra. Hoy, ¿aguantaría tanta presión?
Hoy ya
estoy viejito (risas)… tengo 69 años, ya me queda poco, si hago una
macana muy grande, quizás en la placa del cementerio escriban algunas
palabrotas (risas). A los 36 tenía la inconsciencia de un tipo joven que
no tenía nada que perder. Hablando en serio, sí, hago lo que tenga que
hacer sin problema. El arquitecto tiene la ventaja de que su profesión
es una pasión, construye para el futuro y da un hábitat al hombre, es
algo excepcional. He querido ser arquitecto desde siempre, y creo que
voy a ser arquitecto hasta que me muera.
–Constructor de teatros. ¿Cuántos además de la Bastilla?
Después
de la Bastilla, en China he hecho 6 grandes complejos (Ópera,
conciertos, teatro), además estuve involucrado en la construcción de
otros teatros en Francia.
–Un rato largo haciendo salas de espectáculos, ¿es algo que particularmente le agrada?
Mi
familia por parte paterna estuvo involucrada en la música, fabricaban
pianos en Alemania por varias generaciones. Mi padre rompió la tradición
y se hizo arquitecto, pero en mi casa teníamos varios pianos de
conciertos y toda la familia tocaba el piano. La música es muy
importante, la música y la arquitectura es lo misma, decía Richard
Wagner que la arquitectura es música petrificada, y es cierto. Si uno
escucha Mozart, Rajmáninov lo quiere transformar en proyecto
tridimensional.
–Ha hecho teatros, torres, aeropuertos, hospitales ¿qué haría si pudiera elegir?
Me encantaría construir un edificio religioso, puede ser una mezquita, una sinagoga, una iglesia.
–Melómano además de arquitecto.
Me gusta
todo de la música, sobre todo la clásica, pero también la popular.
Atahualpa Yupanqui es alguien a quien yo iba a escucharlo cuando
aparecía por Uruguay, y sí, la música es muy importante para mí.
–Vemos que es un hombre muy culto. En la profesión, ¿es importante la cultura?
Ya dice
el refrán “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Lo poco que sé,
lo aprendí a golpes. Me gusta mucho la literatura, realmente me
apasiona, literatura del fin de siglo (francesa, americana, uruguaya);
además me gusta pintar, soy malo pero me encanta. Viajar te permite
abrir la mente, conocer formas de vidas diferentes y así de paso
descubrimos que no hay fórmulas, no hay el óptimo. Uno no es mejor que
el otro.
–¿Siente la misma emoción, al construir un edificio para la vivienda, una sala de espectáculo, un hotel o un hospital?
Sí. Es
la misma emoción, te pongo un ejemplo: -si le preguntaban a Mozart que
le gustaba más: un divertimento, ópera, sinfonía, diría: -todos son
válidos. Lo mismo pasa en la arquitectura, creo que es tan complejo
hacer una casa individual, como una iglesia, un hospital o como una
fábrica.
–Como la Torre de Antel que construyó en Uruguay, ¿existe algún proyecto importante que no sea polémico?
Una obra
política, donde el presidente Julio María Sanguinetti quería hacerlo y
la oposición decía que era un gasto absurdo. La arquitectura es
polémica, el artista tiene que traer otro punto de vista.
La polémica consiste en cambiar ciertos elementos que se
consideran inamovibles, pero cuidado, también fue polémico lo que hizo
(Ígor) Stravinski cuando lo contrataron para crear trabajos para los
Ballets Rusos, lo es también la literatura, el caso de Émile Zola y su
famosa carta al presidente de Francia “J´Acusse” que le valió el exilio a Londres, donde vivió escondido hasta su muerte.
–¿Estuvo involucrado en la concepción del hotel de lujo Burj al Arab en Dubái?
En 1993
recuerdo que el secretario del Jeque Mohamed me llama y me solicita el
diseño del proyecto, para el cual exigió el concepto de identidad y una
construcción que se convirtiera en un icono de Dubái, similar a lo que
ocurre en Sydney con la Casa de Ópera, o en París con la Torre Eiffel.
Estuve
por un mes pensando, y le dije: “hay que hacerlo en el agua, situado en
medio del mar en una isla artificial, conectada a tierra por una
carretera, simulando una vela de un dhow (tipo de navío árabe)”, le
explicó al secretario el proyecto, el jeque quedó fascinado, tanto que
en un mes tenía que volver a Dubái para iniciar la obra. Por cosas de
la vida, el secretario no regresa a Dubái ya que estaba involucrado en
un caso de corrupción, mi proyecto queda en la mesa del jeque sin mi
firma.
Un buen día el jeque le dice a otro grupo, ejecútalo. Lo
terminaron haciendo unos amigos míos. Me sentí estúpido, pero no podía
culpar a nadie. Me dice un conocido abogado: “Carlos, la próxima vez
pone tu nombre, no seas tonto”. Fue la obra que me hubiera hecho famoso,
pero tengo el placer de saber que el diseño lo hice yo.
–Hablemos
un poco de su background Latinoamericano. Mirando sus obras notamos que
le gustan las curvas. No le gusta la arquitectura cuadrada, regular
Cada vez
que puedo hacer una curva lo hago. Mirá como somos, en la naturaleza no
existe elementos cuadrados, somos todos medio redonditos, los animales
igual. Creo que hacemos cosas cuadradas porque en el pasado era muy caro
hacer cosas curvas. La arquitectura tiene que ser algo sensual, no es
curva por sí, me gusta que la forma sea más amena.
“La arquitectura tiene que ser algo sensual, no es curva por sí, me gusta que la forma sea más amena”.
–¿Su intención es dejar una huella en el mundo?
Hay una frase en latín que me gusta mucho “sic
transit gloria mundi” que traducido sería algo así como “Así pasa la
gloria del mundo” y lo utilizo para señalar lo efímero de los triunfos.
Hoy estamos acá, dentro de 100 años nadie se va a acordar de nosotros.
La perspectiva histórica es la que decide si lo que hiciste trasciende o
no. Por lo tanto, si yo me creo que voy a dejar una huella, estoy fuera
de lugar.
–Tiene
que absorber algo del lugar donde desarrolla sus proyectos para
plasmarlo en sus obras. Como es ese proceso. Entra en juego todos los
sentidos
Cuando
te toca hacer tantas cosas en todo el mundo, uno tiene que ir de una
forma muy humilde, llegar sabiendo que no sabe nada. Tratar de absorber
como una esponja todo lo que se pueda. Particularmente me gusta
asociarme con arquitectos e ingenieros locales que inmediatamente me
comparten toda la información que requiero. Esto lo aprendí en China,
recuerdo que para uno de mis primeros proyectos me puse a estudiar como
loco, después entendí que uno no puede aprender en años lo que en el
país lo vienen desarrollando y asimilando hace mil años. Además supongo
que te llaman de afuera para que aportes ese algo más, esa visión
diferente, con elementos locales pero con eso que vos traes. Es lo bueno
de viajar tanto, uno descubre que cosas que ve en Hong Kong puede
aplicarlas en México.
–Cada proyecto tiene su lógica, espacio, tiempo y momento
Sí,
yo creo que es así. Pero también el proyecto que va a trascender, es
aquel que va más allá del tiempo, el espacio y su lógica. Un proyecto
que se adelanta, que pasa a ser clásico y moderno siempre. Hablo de un
Partenón, La Alhambra en Granada. Hay que arriesgarse a meter la pata
para trascender.
–¿Cómo definirías tu estilo? ¿Hay un estilo Carlos Ott? ¿Una filosofía de diseño?
No lo
busco. Quizás se dé, quizás no. Pero si ese fuera el motivo, la forma de
dibujar, creo que sería un poco superficial. Uno simplemente tiene que
hacer lo que siente y después analizarlo. Me gusta la lógica, el tiempo,
una solución para el proyecto en el momento y en el lugar y tiene que
salir de una forma natural y después si hay similitudes o no se verá.
–Se
mostró muy interesado en la aplicación de una arquitectura sustentable,
concepto que debe primar no solo en el ámbito de la construcción sino
en toda la sociedad
Me ha
tocado hacer muchísimos proyectos verdes, he ganado en los últimos años
varios con certificación LEED (Leadership in Energy & Environmental
Design). En esta época que vivimos, conocemos perfectamente el impacto
del ser humano en la naturaleza. Por ahora tenemos un solo barco (este
planeta) muy frágil, y el arquitecto, como todo hombre, hace su aporte
en el impacto negativo en el medio ambiente. Minimizar el impacto
negativo es una obligación ética. La arquitectura es ética, no lo
desarrollamos en un espacio absoluto, es parte de una sociedad, de una
política y de una economía.
–Baja el costo operativo a largo plazo, pero con un costo de inversión más elevado.
Cuando
compramos un automóvil, no compramos el más barato, siempre hacemos la
relación km por litro. Lo mismo pasa con las casas, el consumidor que es
inteligente sabe que el proyecto es más caro, pero su mantenimiento va a
ser más bajo. La gente no es tonta, es inteligente. La clave de la
sustentabilidad es que sea lógica también desde el punto de vista
económico.
–Decías
que el sueño de cada uno “con su casita y su jardincito” es un absurdo.
Es de los que creo que la ciudad debe ser compacta, urbana y alta.
La
densificación es esencial, soy un gran defensor de la altura, de
minimizar el automóvil privado beneficiando a tránsito de masas que
exige la densidad. Las ciudades que se extienden por varios de
kilómetros son absurdas, creo que en el siglo XXI es la tendencia. No
podemos seguir extendiéndonos, hay que crecer para arriba y también para
abajo en algunos casos, como Londres, donde te dejan hacer casas con 5
niveles de subsuelo.
Boom inmobiliario que vive Asunción
-Más de
1.000 millones de dólares invertidos en más de 120 edificios en
construcción, con más de 3.000 unidades de departamentos en etapa de
edificación.
Estoy
trabajando en Asunción con inversores norteamericanos, y cuando los
invitaron a venir a Paraguay encontraron un país ordenado, en
desarrollo, con impuestos bajos, costo lógico y es por eso que de toda
Latinoamérica, eligieron invertir en Asunción. Era lógico que al final
Paraguay tenga este crecimiento tan fuerte, nosotros los miramos desde
Uruguay con mucha envidia. Lo que está pasando en Paraguay es que se
están creando formas de vivir que no existían antes, la capital es una
ciudad relativamente baja. La casa grande, tradicional a la larga va a
ser insustentable, la gente va a pasar a vivir de una forma más
compacta. Asunción está entrando a vivir en un formato de primer mundo.
–Háblenos del proyecto de construir el Hilton Asunción
Recién
estamos empezando el trabajo, la idea es poner otro hotel sobre la Avda.
Aviadores del Chaco, atendiendo que hay una gran demanda hotelera en
Asunción. Para mí es un gusto estar involucrado en este proyecto, con
una marca con fama y trayectoria hotelera muy importante. Ya me ha
tocado hacer el primer Hilton Boutique en Dubái. En Asunción, el
proyecto consiste en un hotel con 180 habitaciones full service y 50
Residencias Hilton que contarán con el servicio del Hotel, en este
contexto, seríamos los primeros en ofrecer esta modalidad en el mercado.
La inauguración es para el año 2018.
Fuente: lanación
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