Por Pedro Gómez Silgueira
Asunción –al igual que la primitiva Roma– se levanta sobre siete
colinas. Algunos historiadores dicen ocho, pero con la expansión se
multiplicaron.
Las lomas han sido testigos de la fundación de la ciudad,
vieron elevarse las plegarias hacia el cielo, fueron escenario de
revoluciones y hasta ayudaron a subir a las almas al purgatorio.
LOMA
CABARÁ. El lugar de la fundación de Asunción. Una foto de 1890 tras el
incendio y demolición de la iglesia de la Encarnación (Colec. Javier
Yubi) y una actual (Juan R. Ávila). / ABC Color
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EL
MANGRULLO. Antes (Colec. Eduardo Alfaro) ofrecía una vista privilegiada
del centro de Asunción con la iglesia de la Encarnación a un lado. Hoy
es el Parque C. A. López. / ABC Color
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CERRITO
SANSÓN CUE. Una imagen de 1928 (Colec. Eduardo Alfaro) y dos actuales
donde aparecen el Museo de Arte Sacro en la cima y la tradicional
Escalinata de Antequera. / ABC Color
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LOMA TARUMÁ. En Rca. de Colombia y Caballero se nota la pronunciada cuesta que los vecinos llaman loma. / ABC Color
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LOMA
VOLO CUE. Es la colina donde se eleva la iglesia de la Encarnación. La
foto antigua está tomada a través de una de sus aberturas (Colec. E.
Alfaro). / ABC Color
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LOMA
CLAVEL y CACHINGA. Colinas remarcadas por la zona del Hospital de
Clínicas y el Hospital Militar. Modestas viviendas bordean el centro. /
ABC Color
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LOMA
SAN JERÓNIMO. Las techumbres de las casas dispuestas en la ladera
parecieran lanzarse hacia el río donde estaba la Playa Carrasco. / ABC
Color
Una predicción apocalíptica en los 80 corría de boca en boca. Las dos
capitales edificadas sobre siete colinas iban a desaparecer por algún
motivo. Entonces, Asunción y Roma eran candidatas seguras, pues se
suponía eran las únicas. Ahora en internet ya son demasiadas.
Varios
historiadores coinciden en que Asunción está sobre siete colinas o
lomas: Cabará, Volo Cue, San Jerónimo, Cachinga, Clavel, Mangrullo y el
Cerrito Sansón Cue. La octava sería la que popularmente se llama Loma
Tarumá.
“La ciudad conservaba íntegramente su antigua
característica y su fisonomía tradicional: sus altas barrancas ribereñas
al río, sus zanjones profundos y sus alcores arbolados en cuyas cimas y
laderas los edificios uniformemente bajos de amplia techumbre y
ciclópeos muros de adobe, parecían desparramados al azar”, dice
Fulgencio R. Moreno en la brillante descripción de La Ciudad de Asunción
(1926).
Loma Cabará ha sido el lugar de la Casa Fuerte de la
fundación de Asunción. Estaba junto a la Laguna de los Patos, frente a
donde hoy está el edificio del Congreso Nacional (Avda. República y 15
de Agosto).
El Diario del Capitán de Fragata Francisco de Aguirre
en 1793 cita que el sitio fundacional de Asunción está “en la pendiente
septentrional de una de las ocho lomas de Tacumbú”, recoge Mabel
Causarano en su último libro “Encuentro con la Ciudad Escondida” y
destaca lo dicho por Esperanza Gil: “Tan pronto fue fundada Asunción
decidieron habilitar como Puerto de ella sobre el Riachuelo, en su
margen izquierda, al costado de la Loma Cabará (…)” para resguardar las
embarcaciones.
En esta loma también se ubicaba la segunda iglesia
de la Encarnación en 1543 por orden del gobernador Álvar Núñez Cabeza de
Vaca. Los dominicos se establecieron allí entre 1621 y 1642, año en que
fueron expulsados por el obispo Cárdenas. Después de dos mudanzas la
quinta iglesia de La Encarnación volvió al lugar en 1818 hasta que en
1889, el templo fue reducido a cenizas por un incendio originado en un
pesebre que se había preparado para los Reyes.
Luego se instaló allí el Estadio Comuneros en 1949 hasta que en 1977 una tormenta lo destruyó y hoy es la Plaza Comuneros.
La
loma San Jerónimo. No muy lejos de Loma Cabará se distingue un área
despejada de bosques, donde se encuentra la guardia de San Jerónimo. A
esta loma también se le conoció como el cerro Batería. “El presidio, uno
de los tantos que resguardan la costa del río Paraguay (...) y previene
los ataques de los indígenas. En las primeras décadas del 900, se fue
poblando como barrio San Jerónimo y mantuvo la trama irregular (...)”,
dice Mabel Causarano.
El barrio conserva su estructura antigua previa a la reforma
urbanística de cuadriculación de la ciudad dispuesta por el Dr. Francia
en 1821. Cuentan que el dictador venía a caballo desde su quinta de
Ybyra’i hasta el Cuartel de la Frontera, ubicado a los pies de la loma.
La
congregación de los Jerónimos se afincó en el lugar con la capilla del
santo protector contra los rayos, el mal tiempo y todos los fenómenos
meteorológicos.
Muy cerca está la Loma Cachinga, donde está el
Hospital Militar, y más atrás hacia el viejo Hospital de Clínicas, la
Loma Clavel, en uno de cuyos bares, “El Suspiro” fuera baleado el poeta
Emiliano R. Fernández, según el Arq. Jorge Rubiani.
La loma del
Volo Cue es donde está la iglesia de la Encarnación (Haedo y 14 de
Mayo), uno de los puntos más altos de la ciudad después del Mangrullo.
Este
era un peñón de arenisca rodeado de tierra colorada y abundante
vegetación. En las cercanías estaba la naciente del arroyo Pozo Colorado
que los habitués del Mercado Guazú debían sortear cada día.
Es el lugar de la sexta y última iglesia de la Encarnación, desde
1893, cuando se colocó la piedra fundamental sobre los planos del Arq.
Giovanni Colombo.
Cerrito Sansón Cue. La geografía llena de
pendientes de Asunción ha contribuido al desarrollo y evolución de la
ciudad al dar lugar a soluciones arquitectónicas como la escalinata de
Antequera, en el Cerrito Sansón Cue, dándole un toque aristocrático y
europeo. En la cima se ubica la Villa Lina, sede actual Museo de Arte
Sacro de la Fundación Nicolás Latourrette Bo.
La Escalinata de
Antequera, inspirada en la Piazza Spagna de Roma, fue construida durante
el gobierno del intendente Miguel Ángel Alfaro en 1928, emulando a Roma
y sus colinas. Antes de este destino fue estratégico para ubicar los
cañones durante las revoluciones de principios del siglo XX.
La
Loma Tarumá es más bien una denominación popular y se sitúa en las
actuales calles República de Colombia y Caballero. Lleva ese nombre
porque el lugar estaba cubierto de una densa vegetación de tarumás, dice
Luis Verón.
El Mangrullo es hoy el Parque Carlos Antonio López.
Fue cementerio por lo que muchas almas partieron de allí al purgatorio.
Por ello merece otro nota.
Fuente: ABC
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