ALGUNA VEZ TIENEN QUE DEVOLVER RETABLO A YAGUARÓN
Un inusual tour por Trinidad despierta asombro y curiosidad
Pobladores y turistas recorrieron 14 puntos históricos de este legendario vecindario
31/08/2014
Muchos de los excursionistas quedaron maravillados con las reliquias que se guardan dentro del templo de Trinidad.
jzarate@lanacion.com.py
El asombro es fuente eterna de la humanidad porque siempre lleva a descubrir, a preguntarse. Puede vérselo en los rostros de la gente que visita por primera la Iglesia de Trinidad. “Carlos Antonio López la hizo construir en la loma más alta de Trinidad porque así la podía ver desde su casa, el Oga Guasu, hoy dentro del Jardín Botánico”, cuenta Selva Álvarez del Centro Cultural del barrio.
La mujer hace las veces de guía de la primera parada de un tour inusual para los asuncenos.
“Soy de Sajonia, me entusiasmó la idea de venir, como se dice, el saber no ocupa lugar”, señala Emiliano Alcaraz, y se dispone a ingresar a la nave del tradicional templo.
La estudiada luminosidad de las pinturas sigue cumpliendo el efecto buscado, su construcción de altos techos guarda un fresco especial, y las más de 40 personas que se sumaron al recorrido por Trinidad lo disfrutan especialmente.
Más al conocer cómo López hizo traer desde la Iglesia de Yaguarón los dos retablos laterales, porque en uno de ellos la figura central es precisamente San Carlos y la del otro es San Juan Bautista, el santo de su esposa, Juana Pabla Carrillo.
Pero no contento con eso hizo pintar a San Antonio para que estuvieran los dos que componen su nombre, y a San Pablo para que también su consorte tenga también sus dos santos.
“Algún día se tendrá que devolver a la gente de Yaguarón que los reclama siempre”, dice Margarita Durán en un alto en el primer punto de la visita guiada.
La iglesia tiene la impronta de Don Carlos, al punto que una vez fallecido en 1862, sus restos descansaron en ella hasta 1939 en que se habilitó el Panteón de los Héroes.
También, recuerda Álvarez, la iglesia fue refugio para los perseguidos por los Pynandis en la Revolución del 47. “La gente se agolpó aquí temerosa, hacía una olla popular para comer y se ingresaba al templo para dormir a la noche”, contó.
Los visitantes caminan luego las pocas cuadras que los separan del Memorial del Ykua Bolaños al que van llegando no sin dejar una oración en el santuario, una mirada de estupor ante los restos de la construcción que evidencian que fue concebido como una caja sin salidas.
“Estamos avanzando en los llamados a concurso para hacer de esta esquina un Centro de Desarrollo Comunitario”, cuenta Durán. Roberto Almirón, familiar de víctima del trágico incendio que devoró 400 vidas, refuerza la idea. “Esto tiene que ser un centro de formación, estamos en uno de los barrios más pobres de la ciudad, aquí los jóvenes tienen que venir a capacitarse. También tiene que tener un anfiteatro o un espacio para la cultura y un memorial que recuerde siempre a los nuestros y a la sociedad que estas cosas no deben pasar nunca más”.
Fuente: lanación
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