Los países tratan siempre de atraer inversión extranjera, pues esta contribuye directamente al crecimiento económico incorporando tecnología, creando empleos y desarrollando mercados.
Nuestro país ha entrado desde hace una década en un proceso de crecimiento económico que ha sido de los mayores en la región y ello ha contribuido en la mejora de ciertos indicadores sociales. Venimos de un atraso enorme, nos falta mucho camino por recorrer, pero los avances han sido significativos.
Si queremos mantener dicho ritmo de crecimiento de manera sostenida por otra década y más, necesitamos invertir anualmente alrededor del 25% de nuestro PIB, cuando hoy solo estamos llegando al 16% aproximadamente.
Cuando presentamos la excelente realidad macroeconómica del Paraguay y varios otros aspectos atractivos que tiene como el bono demográfico, la baja y simple tasa impositiva, el costo de la energía eléctrica que además es limpia y renovable entre otros; uno podría suponer que los inversionistas extranjeros están haciendo fila para invertir en nuestro país.
De hecho, hay mucho interés en este momento en nuestro país, pero hay ciertos factores claves –algunos más controlables que otros– que debemos trabajar para que dicho interés se vaya traduciendo efectivamente en más inversiones en Paraguay.
En primer lugar, nuestro pequeño mercado será siempre un punto limitante para la atracción de grandes inversiones, pero si consideramos nuestra ubicación estratégica en el medio de grandes mercados consumidores en una supuesta zona de libre comercio, esto nos vuelve muy atractivos.
El Mercosur, sin embargo, ha tenido enormes dificultades para funcionar como todos esperamos y nuestros grandes vecinos se han caracterizado en todos estos años por tomar medidas que afectan directamente al Paraguay.
No podemos controlar como país las decisiones de otros países soberanos, pero debemos claramente fortalecer nuestra política exterior y volvernos más demandantes y protectores de nuestros propios intereses.
En segundo lugar, una causa limitante interna es nuestro tremendo atraso en términos de infraestructura en general y este sí es un factor controlable por nosotros y sobre el cual debemos trabajar decididamente.
La emisión de bonos a nivel internacional en este sentido me parece muy positiva, pues el Estado necesita invertir con urgencia en infraestructura. Por supuesto que debemos ser muy cuidadosos en la utilización de dichos recursos, pero no podemos quedarnos atrapados en la inacción, pues somos desconfiados de los mecanismos de control. ¡¡¡Exijamos transparencia y vayamos hacia adelante!!!
Pero la inversión pública será siempre insuficiente para todo lo que necesitamos en términos de infraestructura y ya tenemos en la mano una herramienta fundamental como la ley de Alianza Público-Privada (APP).
Esta ley toma como mínimo dos años para que empiece realmente a funcionar, pero el Gobierno no debe escatimar esfuerzos ni presupuesto –como está ocurriendo actualmente– para tener al mejor equipo técnico que desarrolle los esquemas y negociaciones en el marco de la ley de APP.
En tercer lugar, un histórico factor limitante para nuestro país ha sido nuestro casi total desconocimiento a nivel internacional.
Esto es también un factor controlable, y en realidad las cosas han empezado a cambiar con un buen trabajo del Gobierno presentando al país a nivel internacional.
Pero esto debe ser un trabajo continuo y permanente, y nuestras embajadas y consulados en el mundo deben jugar un papel mucho más activo que el actual. El sector privado, por su parte, también contribuye fuertemente activando sus redes a nivel internacional.
Finalmente, una reforma política que fortalezca las instituciones y su capacidad de gestión, particularmente de la justicia, generará la tan mentada seguridad jurídica, otro aspecto clave para la atracción de inversiones.
Hemos construido algunas bases sólidas como país y somos hoy potencialmente atractivos, pero debemos trabajar los factores mencionados para convertir dicho potencial en realidad.
Fuente: ultimahora
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