Las lomiterías y negocios de comidas rápidas han experimentado un gran crecimiento en los últimos cinco años, pero la informalidad en el rubro amenaza a los locales que se han establecido legalmente.
Abundante. Fernando Cuenca interpretó el gusto del paraguayo por comer en abundancia
Por Anahí Vera
anahi-vera@uhora.com.py
Un caso de expansión explosiva es el de Lomitos Gordinho, cuyo propietario Fernando Cuenca inició hace cuatro años con un puesto callejero en Ñemby y se expandió hasta llegar a los 12 locales. El emprendedor relató que la iniciativa surgió tras haber quedado sin trabajo y por la necesidad de mantener a su familia. "Con 36 años y gordo como soy nadie me quería emplear, así que compré una plancha de hacer hamburguesas de segunda mano y empecé vendiendo en las noches", señaló.
Siguió diciendo que gracias a la aceptación de las comidas que elaboraba se arriesgó a montar su propio local en el 2011, munido solamente de G. 5 millones que le prestó su papá y unas mesas y sillas también prestadas.
Fernando interpretó el gusto del paraguayo por comer en abundancia y se jugó por los formatos extragrandes, creando los lomitos tamaños Animal, Ñandejára, Ñandejára Guasu y Titanic. Además de lo novedoso de la presentación y lo sabroso del producto, el lomitero señaló que el secreto de su éxito tiene que ver con entender que el alma del negocio es un buen planchero.
"Nosotros sabemos que son ellos los que hacen rico el producto, y los cuidamos y les pagamos bien", sostuvo. Sin embargo, reconoció que por su desconocimiento en materia de negocios y la falta de asesoramiento, a la hora de vender su marca cometió algunos errores. "Fui asociándome con gente que me dijo llevo tu marca y te pago, pero un montón me jodieron. Del total, en la mitad no cobro el porcentaje de la ganancia que debería", reconoció. Señaló que al surgir este problema, trató de corregirlo cobrando un canon por adelantado a quienes pidieron la marca, "y ahí funcionó mejor".
Agregó que como no le fue bien en el control ahora buscó asesoramiento y dejó su negocio a cargo de un abogado que se encargará de tratar los contratos que vencen y renovarlos.
"Vamos a procurar que los que están trabajando bien sigan haciéndolo. Y vamos a hacer cumplir que quienes no conserven la calidad del producto ya no sigan trabajando con la marca".
COMPETENCIA. Pero el negocio gastronómico no es tan fácil como parece, especialmente para los que apuestan por el rubro de pizzas, lomitos y hamburguesas, por la competencia que tienen por parte de los informales.
Locales establecidos desde hace dos décadas como Lomilandia y Pancholo's señalan que la proliferación de carritos que aparecen al caer el sol, perjudican a quienes cumplen con los requerimientos de la ley. Eduardo Fores, propietario de Lomilandia, señaló que el comercio informal es una competencia desleal porque las legalmente constituidas son controladas por la Municipalidad de Asunción, el Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN) y los ministerios de Hacienda y Justicia y Trabajo, pagan impuestos, seguro social y cumplen una serie de exigencias que no se contemplan para los ambulantes, por lo cual estos reducen su costo operativo y cobran más barato el producto.
Con el fin de crear un gremio con el que puedan tener más fuerza para pelear por sus derechos y trabajar todos en igualdad de condiciones, empresarios del rubro organizan la Asociación de Pizzerías y Comidas Rápidas del Paraguay.
Ricardo Saravia, propietario de La Masa Pizza, señaló que impulsan esta organización los que trabajan legalmente. Son alrededor de 12 firmas: La Cuadra, Pancholo's, Pizza Nostra, Lomilandia, Pizzería La Valleja, Pizza Romana.
anahi-vera@uhora.com.py
Un caso de expansión explosiva es el de Lomitos Gordinho, cuyo propietario Fernando Cuenca inició hace cuatro años con un puesto callejero en Ñemby y se expandió hasta llegar a los 12 locales. El emprendedor relató que la iniciativa surgió tras haber quedado sin trabajo y por la necesidad de mantener a su familia. "Con 36 años y gordo como soy nadie me quería emplear, así que compré una plancha de hacer hamburguesas de segunda mano y empecé vendiendo en las noches", señaló.
Siguió diciendo que gracias a la aceptación de las comidas que elaboraba se arriesgó a montar su propio local en el 2011, munido solamente de G. 5 millones que le prestó su papá y unas mesas y sillas también prestadas.
Fernando interpretó el gusto del paraguayo por comer en abundancia y se jugó por los formatos extragrandes, creando los lomitos tamaños Animal, Ñandejára, Ñandejára Guasu y Titanic. Además de lo novedoso de la presentación y lo sabroso del producto, el lomitero señaló que el secreto de su éxito tiene que ver con entender que el alma del negocio es un buen planchero.
"Nosotros sabemos que son ellos los que hacen rico el producto, y los cuidamos y les pagamos bien", sostuvo. Sin embargo, reconoció que por su desconocimiento en materia de negocios y la falta de asesoramiento, a la hora de vender su marca cometió algunos errores. "Fui asociándome con gente que me dijo llevo tu marca y te pago, pero un montón me jodieron. Del total, en la mitad no cobro el porcentaje de la ganancia que debería", reconoció. Señaló que al surgir este problema, trató de corregirlo cobrando un canon por adelantado a quienes pidieron la marca, "y ahí funcionó mejor".
Agregó que como no le fue bien en el control ahora buscó asesoramiento y dejó su negocio a cargo de un abogado que se encargará de tratar los contratos que vencen y renovarlos.
"Vamos a procurar que los que están trabajando bien sigan haciéndolo. Y vamos a hacer cumplir que quienes no conserven la calidad del producto ya no sigan trabajando con la marca".
COMPETENCIA. Pero el negocio gastronómico no es tan fácil como parece, especialmente para los que apuestan por el rubro de pizzas, lomitos y hamburguesas, por la competencia que tienen por parte de los informales.
Locales establecidos desde hace dos décadas como Lomilandia y Pancholo's señalan que la proliferación de carritos que aparecen al caer el sol, perjudican a quienes cumplen con los requerimientos de la ley. Eduardo Fores, propietario de Lomilandia, señaló que el comercio informal es una competencia desleal porque las legalmente constituidas son controladas por la Municipalidad de Asunción, el Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN) y los ministerios de Hacienda y Justicia y Trabajo, pagan impuestos, seguro social y cumplen una serie de exigencias que no se contemplan para los ambulantes, por lo cual estos reducen su costo operativo y cobran más barato el producto.
Con el fin de crear un gremio con el que puedan tener más fuerza para pelear por sus derechos y trabajar todos en igualdad de condiciones, empresarios del rubro organizan la Asociación de Pizzerías y Comidas Rápidas del Paraguay.
Ricardo Saravia, propietario de La Masa Pizza, señaló que impulsan esta organización los que trabajan legalmente. Son alrededor de 12 firmas: La Cuadra, Pancholo's, Pizza Nostra, Lomilandia, Pizzería La Valleja, Pizza Romana.
Fuente: ultimahora
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