Por Jorge Coronel
Su nombre es Javier Manik. Con 16 años dejó el Paraguay, partió a Buenos Aires y, desde allí, desembocó en Suecia, país donde vive e integra la escena reggae.
Javier Manik, músico paraguayo radicado en Suecia. / Claudio Ocampo, ABC Color
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Con 16 años, Javier dejó el país con su madre por un futuro mejor en Buenos Aires. / Claudio Ocampo, ABC Color
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El
músico encontró un espacio en la movida musical de Suecia y halló el
amor en su novia, Lena (izq.). / Claudio Ocampo, ABC Color
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Manik
llegó a Paraguay, después de 21 años. Espera regresar en un año, con
nuevo disco y gira nacional. / Claudio Ocampo, ABC Color
Lleva el ritmo en la piel. Influenciado por el genio que fue Bob Marley, un día Javier Manik (41) descubrió el reggae
por las calles del suburbio de Buenos Aires. El paraguayo –por entonces
con 16 años– había acompañado a su madre a la Argentina, en busca de
mejores oportunidades.
Una vez descubierto su vocación musical, decidió recorrer el mundo junto a músicos amigos.
Fue así como, por cosas de la vida, llegó a Suecia, país donde
finalmente se radicó y afianzó una carrera acompañada por su novia
sueca, Lena.
“Siempre me interesó la movida
cultural, la unificación de la cultura y de los barrios; y creciendo
como adolescente en Buenos Aires, me crié con varios ritmos de música, y
el que más me llegó fue el reggae”, menciona Javier, en una entrevista
en la Redacción de ABC Color.
Con un crecimiento como artista independiente en Suecia, Manik compone, graba y produce su propia música, con la autogestión como regla. “Creo que la manera en que se mueve hoy en día
es en forma independiente, más que con una ‘big company’ discográfica.
Sos más libre también”, asegura. “Con eso me empecé a mover hace
bastante ya alrededor de toda Europa, y ahora queriendo venir ya a
Sudamérica”, agrega, comentando sobre su visita a Paraguay.
Un
poco más de 20 años pasaron desde que pisó por última vez nuestro país,
aquella vez que partió junto a su madre hacia la capital argentina. Los
cambios suscitados en el país, para él, son radicales. “Paraguay ha
hecho un paso gigante en cuanto a lo que es; culturamente hablando, aquí
está naciendo”, asegura. “Yo creo que, hoy en día, se puede ver que
está recién naciendo una cultura fuerte, con otras ideas, con nuevas ideas,
en cuanto a todo. Desde la ropa, la manera de vestirse, hasta el
pensamiento de ser un poco más consciente en cuanto a la basura, miles
de cosas… (…) Y, en cuanto a lo musical, me he encontrado con una
aceptación que no me esperaba”.
-¿Cómo ves al público paraguayo?
-Realmente
me llevé una sorpresa por la respuesta de la gente, cuando hemos
tocado. Hubo mucha respuesta en Facebook, gente que no esperaba… Me dan
ganas de volver de nuevo y hacer algo realmente más grande y mostrar que
un paraguayo salió a andar por todos lados y una forma suburbana. Me
parece una historia interesante para contar.
-¿Qué estás presentando actualmente?
-Estamos presentando un material que grabamos en Suecia y con artistas de diferentes lados; chicos de África, amigos músicos,
cantantes, compositores que nos juntamos a componer y grabar algo en
forma alternativa. Y ahora lo que estoy haciendo es promocionar ese
álbum, saliendo a hacer conciertos unplugged con Lena, mi compañera, que es cantante, también de Suecia.
-Naciste en Paraguay, te criaste en Buenos Aires y construiste una carrera en Suecia. ¿Qué sale de esa mezcla?
-Es
un paso muy grande. Pasaron muchas cosas de por medio… nací aquí, mi
madre y mi padre son de aquí, toda mi familia (como 30, 40 primos debo
tener por aquí). Y mi madre se fue, como muchas paraguayas, a buscar un
futuro en ese tiempo, en los años ’70-’80. Se fue para Buenos Aires a
buscar un trabajo y yo me crié ahí, en los barrios bajos de Buenos
Aires.
Y, después, ya cuando tenía 18 años empecé a juntarme con
bandas a tocar. Empecé a hacer música. Después conocí las diferentes
culturas que había ahí y, con el tiempo, salió la oportunidad de viajar a
Suecia. Fue un cambio muy grande para mí aprender otro idioma. Yo soy
un chico muy simple, no he estudiado en grandes universidades ni nada,
sino yo he elegido seguir la universidad de la calle, donde también se
aprende mucho.
-¿Cuáles fueron los principales desafíos que suscitaron?
-En
Europa tuve que aprender a hablar inglés, ahora sueco, para poder
comunicarme con otras personas. Eso también me abrió una puerta muy
grande, al escribir música en inglés, francés, en otros idiomas, para
comunicarme con chicos de otras ciudades. Es un viaje muy largo. Son
como 15 años de carrera casi profesional que estoy haciendo.
-¿Cómo se define tu forma de trabajo?
-Nunca
me interesó hacer una movida grande. Me habían propuesto muchas veces:
‘te lanzamos, te llevamos al top’; no me interesa llegar al top, sino
llegar y hacer una buena historia, porque todo lo que rápido va, rápido
baja, entonces para mí la idea es hacerlo más humano, consciente, dar un
mensaje consciente de lo que pasa en la sociedad para darles a las
nuevas culturas que vienen ahora, las nuevas generaciones, una esperanza
de que se puede vivir de una forma alternativa, de que no tenemos que
seguir un régimen de la sociedad que nos impone, sino que se puede vivir
de una forma alternativa… y también hay que ser constante nada más con
lo que uno hace.
-¿Cómo fuiste ganando esa experiencia?
-Tocando mucho en la calle. Me pareció lo más original y realmente le llega a la gente cara a cara, face to face, no es como el superstar,
sino estar ahí con la gente; y eso parece que es más importante hoy en
día, o más original, porque vivimos en un mundo muy globalizado, donde
todo es perfecto. Y yo creo que la vida no es perfecta. Somos como somos
y me gusta mostrarme simple con la gente.
-¿Cuáles son tus principales influencias?
-Obviamente, Bob Marley, es uno de los pilares en cuanto a la conciencia de lo que estamos viviendo. Marley
dejó plantada una semilla muy fuerte, que hoy en día –40 años después–
está mucho más fuerte, y hay muchos, no solamente él. Hay muchas bandas
que me han influenciado en cuanto al estilo, o en cuanto a entender la
música reggae, en Jamaica.
-¿Te sentiste discriminado alguna vez?
-Sí,
con 16 años, en Paraguay. Era una adolescente con pelo largo, y todos
me miraban bastante mal. Pero lo mismo me ha pasado en Argentina y en
Suecia.
Siempre hay gente que tiene prejuicios; yo creo que son
miedos. La gente, en realidad, te juzga porque tienen miedo a lo
desconocido. Y yo tengo un look que es como muy impactante para muchos, pero hoy en día ya todo el mundo sabe lo que es una ‘rasta’, lo que son dreads…
Aquí (en Asunción), ahora por la calle me dicen: ‘Hey, ¡qué buenas tus
rastas!’ El paraguayo con las rastas más largas (risas).
-¿Algo puntual que te haya sorprendido?
-Me
llamó mucho la atención también la estética de los bares (…). Ya no
está el pensamiento de hacer una súper ‘discotec’ para ricos, o algún
lugar tan bajo, (sino) buscar un lugar medio donde cualquiera pueda ir,
con cualquier look, que no importa cuánta plata tengas, lo que
importa es la persona. Y eso, realmente, es lo que yo busco. Me gusta
tocar en lugares así, donde todos estamos mezclados, donde todos estamos
iguales. Porque todos somos iguales.
Javier no se considera
rastafari, dice que no tiene religión, pero rinde culto a la felicidad,
el cuidado a la ‘Pachamama’ (el culto a la naturaleza) y el respeto
mutuo, sin fronteras. “Yo nunca me sentí de acá ni de allá; yo quiero a
cualquiera de donde sea… eso lo aprendí viajando: que las frontera no
existen”.
Descubrí mejor la música de Javier Manik desde sus cuentas oficiales en YouTube, Facebook y MySpace.
Fuente: ABC
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