El psiquiatra paraguayo Andrés Flores Colombino tuvo una importante
colaboración para que la policía uruguaya pudiera detener, en 1993, al
único asesino serial que se registró en Uruguay.
El Dr. Andrés Flores Colombino, en un café de Uruguay. / Aldo Benítez, ABC Color |
Imagen de una de las publicaciones periodísticas del caso. / Gentileza |
Pablo José Goncalvez Gallarreta. / Gentileza |
Flores Colombino realizó un perfil psicológico sobre los posibles asesinos, uno de los cuáles coincidió plenamente con el que posteriormente declaró ser culpable del asesinato de al menos tres mujeres y violar a otras dos, en un caso que conmocionó a toda la sociedad uruguaya y que quedó como uno de los casos más emblemáticos de toda la década de los 90.
Andrés Flores Colombino es un siquiatra y sexólogo paraguayo que está radicado en Uruguay desde hace unos 40 años.
Oriundo de Horqueta, viene al país de vez en cuando para compartir con amigos y familiares. El profesional es un referente para los médicos del Uruguay y es fuente de consulta sobre diversos casos que tienen que ver con la psiquiatría, la sexología y también sobre aspectos culturales.
Sentado en un restaurante del centro de Montevideo, Flores Colombino nos recibe para conversar. De impecable traje, pide un café con un vaso de agua y comienza la charla. Comenta en principio sobre su situación. De cómo fue su exilio forzado, la vida que lleva en Uruguay, la preocupación que tuvo por lo que pasó en Paraguay con el juicio político a Fernando Lugo y la forma en que los demás países de la región dejaron fuera del Mercosur a Paraguay.
La conversación fluía hasta que leyó en un periódico local sobre la posibilidad de que Pablo José Goncalvez Gallarreta pueda salir en libertad.
La historia
A principio de los 90, la sociedad uruguaya se vio convulsionada por la aparición del único asesino serial que se recuerde en ese país.
La muerte de Ana Luisa Miller Sichero, de 26 años, hermana de la entonces tenista uruguaya Patricia Miller, sumada a la de Andrea Gabriela Castro Pena (15), dos jóvenes que residían en el barrio Carrasco –quizás, el más aristocrático de todo el país– en similares condiciones, además de dos denuncias por violación a mujeres, habían generado pánico en la población. Todos los casos se sucedieron entre enero y setiembre de 1992.
La situación iba a convertirse en un asunto de Estado tras confirmarse la muerte de la tercera mujer. Esto ocurrió el 8 de febrero de 1993, cuando se descubrió el cuerpo sin vida de María Victoria Williams, una joven de 22 años que también vivía en Carrasco. Más de un año sin que la policía uruguaya tenga pistas o posibilidades de detener al asesino. Un escándalo que puso en jaque al mismo ministro del Interior uruguayo de esa época, Juan Andrés Ramírez.
En ese tiempo, Flores Colombino se dedicaba de lleno a su carrera como doctor siquiatra y seguía especializándose en dos campos que le fue apasionando: La gerontología (estudio de la vejez de la población) y la sexología.
La mañana de un sábado de febrero de 1993, Flores Colombino fue invitado a un programa de radio para hablar sobre temas médicos. Sin embargo, en el panel que se formó se terminó hablando sobre lo que todo Uruguay estaba hablando: La muerte de las jóvenes de Carrasco y la ineficacia policial para detener al autor de los hechos.
En ese programa –recuerda hoy Flores Colombino– se le ocurrió sugerir al aire que la policía local empiece a utilizar perfiles psicológicos y psiquiátricos para determinar qué tipo de personalidad puede tener el autor de los asesinatos.
El profesional paraguayo detalló que, teniendo el perfil psicológico, se puede determinar ciertos puntos que podrían ayudar a la investigación, como por ejemplo, saber algo más de la vida cotidiana del criminal, entre otros puntos. “Fue lo que dije en líneas generales, a modo de comentario”, comenta Flores Colombino.
Al cierre del programa, llamaron a la radio y pidieron hablar con el doctor. “Me dijeron que eran del Ministerio del Interior, de la Policía, que necesitaban hablar conmigo sobre lo que dije”, indica el profesional. Efectivamente, Flores Colombino accedió al pedido policial y estuvo frente a especialistas de los operativos de seguridad y de agentes especiales de investigación uruguayos, dando su punto de vista sobre el caso. La charla dejó maravillado a los oficiales. Posteriormente, a pedido del propio ministro del Interior, Flores Coronel empezó a trazar al menos cuatro perfiles de posibles asesinos.
Fue la primera vez que la policía uruguaya utilizaba o introducía dentro de su proceso investigativo la parte psicológica o psíquica de un sospechoso, por lo que se trató de un nuevo elemento, que si bien no era definitivo, era necesario utilizarlo.
El estudio de Flores Colombino se transformó quizás en esa parte del rompecabezas que les faltaba a los investigadores para definir la historia, en un momento apremiante, teniendo en cuenta que la ciudadanía era un hervidero de reclamos para dar con el paradero del asesino.
Pieza clave
Si bien la policía ya tenía bajo sospechas a Pablo José Goncalvez Gallarreta, no tenía elementos suficientes en su contra como para llevarlo y hacerle las averiguaciones. De hecho, el joven –que en ese entonces tenía 22 años– no era cualquier muchacho. Es hijo de Hamlet Goncalvez, un diplomático uruguayo que estuvo por muchos años trabajando en España y otros países. El apellido era bien ponderado en las esferas sociales y diplomáticas uruguayas, por lo que cualquier tipo de acusación sin fundamentos, podría tener consecuencias graves.
Con los elementos psicológicos, más otras pruebas que fue sumando la policía, todo cerraba para que al menos, se puede lograr detenerlo para hacerle un par de consultas. Sin embargo, el joven no se hacía encontrar.
El lunes 22 de febrero de 1993, la policía finalmente logró dar con el paradero de Pablo José Goncalvez Gallarreta. Estaba en la casa de un amigo suyo, en donde también encontraron una esposa (que se confirmó después se usó para maniatar a otra mujer y abusar sexualmente de ella) y el paraguas que pertenecía a María Victoria Williams. La policía uruguaya lo arrestó y esa misma noche, ante el juez local, Pablo José Goncalvez Gallarreta reconoció haber abusado sexualmente de la joven María Victoria para luego terminar matándola por asfixia.
En la mañana siguiente, en todo Uruguay no se hablaba de otra cosa, recuerda Flores Colombino. Fue tal el impacto que causó el caso, que los noticieros extendieron sus horarios y los periódicos dedicaban páginas especiales sobre lo que ocurrió.
Ya en la cárcel, Goncalvez Gallarreta reconoció –en 1994– que también fue autor de la muerte de Andrea Castro Pena y de Ana Luisa Miller. De hecho, las tres mujeres presentaban los mismos síntomas: Muerte por asfixia previa violación sexual. Goncalvez Gallarreta incluso reconoció cierto tipo de tortura contra las jóvenes. No obstante, tres años después de estas declaraciones, Goncalvez Gallarreta, bajo patrocinio de un nuevo abogado, declaró que tuvo que indicarse culpable porque lo torturaron en la Policía, y cambió su declaración a inocente.
La justicia uruguaya finalmente lo condenó a 30 años de cárcel, al sindicarle como culpable de la muerte y abuso de las tres jóvenes. Además, se vio involucrado en otro asesinato en donde finalmente no se pudo confirmar su autoría pero sí su participó en hechos de violación contra otra dos mujeres.
La entrevista
Flores Colombino se encontró con Goncalvez Gallarreta, unos 10 años después de los hechos (en 2003) en la penitenciaría donde guardaba reclusión. “Lo vi bien, un poco más calmado, cuando yo hice mi primer perfil del asesino, dijo que sería algo así como una personalidad narcisista, que coincidió con lo que él presentaba en ese momento. Claro que diez años después y en la cárcel, puede que cambie, pero también puede que no”, indicó Flores Colombino. Comentó que incluso los padres del joven detenido fueron una vez a saludarlo, sin ningún tipo de rencores.
Asegura el profesional paraguayo que la cita fue acordada por la propia familia del asesino. Dijo que no recibió amenazas de ningún tip0 por parte del joven, que incluso le preguntó sobre su trabajo y lo que hace en el día a día.
Casamiento y pedido de libertad
En 2005, Pablo José Goncalvez Gallarreta volvió a ser noticia al contraer matrimonio con una profesora de inglés a quien conocía desde joven. Posteriormente, su correcto comportamiento hizo que, a instancias de sus abogados, pidiera una reducción de la pena que se le había impuesto o en todo caso la libertad condicional. Este pedido se realizó a mitad del año pasado, ocasión en que el asesino cumplía 19 años de estar en la cárcel. Su defensor dice que ya cumplió la tercera parte de la condena y está en condiciones de pedir su libertad condicional.
El pedido generó todo tipo de reacciones en los familiares de las víctimas que no olvidan hasta ahora lo que pasó. Rápidamente se movilizaron vía Facebook creando todo tipo de grupos contra la posibilidad de que Goncalvez Gallarreta pueda estar en libertad condicional. Finalmente y hasta ahora, la Corte Suprema del Uruguay no tomó una decisión al respecto.
Actualmente, la policía uruguaya, a partir del aporte que hizo el doctor Flores Colombino, tiene a un equipo que trabaja en la parte sicológica y psíquica de los posibles sospechosos de casos de violación o crímenes.
De hecho, el profesional paraguayo siguió trabajando durante mucho tiempo con el Ministerio del Interior de ese país, ayudando en charlas y seminarios para estudiantes o en formaciones de policías.
Fuente: ABC
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