domingo, 10 de febrero de 2013

Paraguayos becados en Taiwán I


Con el oficio traído del otro lado del mundo


“Gong-xi, gong-xi...” es la frase que se escuchará hoy en todo el mundo de habla china. Significa “felicidades, felicidades” y, a la par de recibir un sobre rojo con un billete recién impreso, augura prosperidad. 

Termina el año del Dragón y empieza el de la Serpiente o “pequeño dragón”, que también trae dicha y fortuna. 

Tres exbecarios paraguayos que hicieron la carrera en universidades de Taiwán recuerdan su experiencia en las antípodas y hablan maravillas de sus estudios. 


María Liz Agüero, José Luis Ibáñez y Belén López, exbecarios, cuentan la experiencia vivida en Taiwán. / ABC Color


Belén López y el embajador de Taiwán, José María Liu, cantan karaoke en la celebración del Año Nuevo chino. / ABC Color

En 1991, el año del “mono”, fueron tres jóvenes a estudiar a Taiwán. Era el primer grupo de becarios paraguayos que iban para cursar allá sus estudios universitarios en un programa de becas ofrecido por el Gobierno de la República de China.

José Luis Ibáñez completó el desafío y regresó en 1997 con el título como equipaje. Ingresó al sector financiero con una empresa taiwanesa que vino a invertir en el Paraguay. Fue concejal de Luque y ahora es consultor de empresas que tienen relaciones de comercio exterior con la zona asiática. También es candidato a diputado por Central por el Partido Patria Querida.

“Antes de viajar, nos llevaron al Palacio de López, y el entonces presidente, Andrés Rodríguez, nos despidió pidiéndonos que nos preparáramos para que al regresar pudiéramos contribuir con el desarrollo de nuestro país. Ahí mismo ordenó que nos dieran un viático de mil dólares a cada uno, que en aquella época eran unos 1.300.000 guaraníes, y con eso partimos”, recuerda Ibáñez, entonces mejor egresado del Instituto Paraguayo de Telecomunicaciones (IPT).

El primer año y medio fue exclusivamente para estudiar el idioma mandarín. “Fue un periodo muy enriquecedor, por ser una etapa de inmersión en la milenaria cultura china”.

Luego de un tiempo, sus dos compañeros desistieron, pero él decidió quedarse y optó por la carrera de Negocios Internacionales, en la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad Nacional de Taiwán, en una carrera de cuatro años.

Destaca como valor fundamental de la enseñanza en la República de China la altísima competitividad. “Ahí no hay lugar para la mediocridad. La competencia es extrema y cada estudiante tiene la presión de esforzarse al máximo”, cuenta.

Se trata de un sistema muy interesante –añade–, pues permite que los alumnos tengan la misma base académica-profesional, pero al mismo tiempo que cada uno agregue materias que le interesan en su perfil curricular.

Para este compatriota, su presencia en Taiwán ha sido determinante, no solo en lo profesional, sino también en lo personal, pues allá conoció a su esposa, Rossana Baruja, durante el último año de estudios. “Imaginate, fuimos tan lejos para conocernos. Ella acompañó a su padre en su misión diplomática de agregado militar en la Embajada paraguaya en Taipéi”, menciona.

También lo marcó en lo político: “Aquella experiencia me hizo ver cómo es posible que una sociedad con carencias pueda avanzar y desarrollarse tanto. El PIB per cápita de Taiwán era menor que el de nuestro país durante la década del 50. Hacen falta disciplina y trabajo”.

La formación de recursos humanos es algo que puede tener un efecto multiplicador altamente positivo. No obstante, falta que del lado paraguayo se sepa administrar mejor, en el sentido de permitir que los estudiantes que regresen puedan tener un espacio en el cual aplicar lo aprendido, sostiene.

Ibáñez recuerda que la celebración que más impacta a los extranjeros es, indefectiblemente, el Año Nuevo chino. “Un cadete chino, Yao Ke-an, que estaba en misión de estudios en la Academia Militar Francisco Solano López, y al que conocí antes de viajar a Taiwán, había regresado por vacaciones, y nos invitó a pasar el Año Nuevo con su familia, en la ciudad de Taoyuan. Vivimos lo que es la hospitalidad al máximo, nos dieron de comer de todo, pasamos muy buenos momentos y hasta ligamos el famoso sobre rojo”, recuerda.

Al regresar a Taipéi, tras la noche vieja, los becarios participaron del desfile de carrozas alegóricas al animal cuyo año comenzaba y que en aquella ocasión era el del “mono”.

Sin embargo, la cultura milenaria preservada sigue haciendo que sea una colorida leyenda tradicional china.

pgomez@abc.com.py

Fuente: ABC


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