El auge de la carne paraguaya cumplirá una década, en la cual pasó de
exportar por valor de US$ 33 millones a más de US$ 900 millones, con lo
que se puede decir que ya tiene su espacio ganado en el mundo mediante
inversiones de los sectores público y privado, exigencias de mercados
internacionales, un cambio de visión del negocio, y pese a los
tropezones que cada tanto afronta.
/ ABC Color |
Referentes del sector cárnico del país analizaron para EN diferentes aspectos que hacen al negocio. / ABC Color |
/ ABC Color |
Los números de este negocio crecieron con el empeño y la dedicación
de uno de los sectores productivos más tradicionales de nuestro país.
Pero en 2011, así como en otras épocas, sufrió los embates de una
enfermedad erradicable por medio de vacunas: la aftosa.
¿El problema? Político.
Teniendo en cuenta la relevancia de la ganadería y las industrias relacionadas con esta para el país, EN invitó a sus principales referentes a hacer un recuento y debatir sobre los distintos aspectos de este rubro.
Maris Llorens, ganadera y presidenta de la mesa de Carnes y Cueros de la Red de Inversiones y Exportaciones (Rediex), recuerda que en 2003 se vendía carne por menos de USD 40 millones a cualquier mercado. Pero durante la presidencia de Nicanor Duarte Frutos, se empezó a promover el trabajo conjunto de los productores y el Gobierno. Así también se inició la mesa sectorial de Rediex, que Llorens preside desde 2005, para trabajar con un plan que involucró al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la Secretaría del Ambiente (Seam) y, por supuesto, al Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa).
El objetivo inicial era llegar, en dos o tres años, a vender por valor de USD 400 millones, meta que se superó ampliamente.
¿Qué desató el gran crecimiento? El producto de calidad y la seguridad que otorga el servicio pecuario oficial paraguayo.
La exportación de carne, que repuntó en el último trimestre del año pasado, cerró con una variación positiva luego de recuperar gran parte de sus ventas, que fueran afectadas por la fiebre aftosa en 2011. Al cierre de 2012, los ingresos por envíos de este alimento totalizaron USD 903 millones, que representa un incremento del 5,7 % frente al rendimiento que se obtuvo en 2011, de acuerdo con datos oficiales de Senacsa.
El presidente de la Asociación Rural del Paraguay (ARP), Germán Ruiz, rememora que, en 1960, Paraguay faenaba 120.000 cabezas al año en frigorífico. Hoy, esta misma cifra se faena en forma mensual.
El titular del Senacsa, Hugo Idoyaga, ve también como causa de este gran empuje comercial de la carne local en el extranjero a la situación de países emergentes con mejoras sustanciales de sus ingresos, que permite que sus habitantes cambien de hábito alimenticio y que la carne entre a formar parte del menú. “Llegó un momento en que Paraguay no ofertaba carne, sino que se le mendigaba para que vendiera, porque fue tal el boom que realmente no se hizo difícil la participación a nivel internacional, acompañado de una calidad excelente del producto”, destaca.
Para el presidente de la Cámara Paraguaya de la Carne, Luis Pettengill, uno de los países que impulsó a Paraguay fue Chile. “Nos obligó a hacer un sistema de dentición para medir la edad (del ganado). Para que un novillo esté terminado a los 24 meses, tenés que tener genética, aguadas especiales, pasturas, un plan de sanitación, entre otros. Chile hizo que nuestra ganadería se despertara, porque el precio que se pagaba por ese animal era superior al común”, cuenta. Para ello, se diferenciaba entre “animal Chile” o “animal común”. Añade: “La clasificación que hizo Chile permitió que pegáramos el salto en diez años, que es poco tiempo, porque los ciclos son de cinco años. Y hoy le vendés al cliente la carne que él quiere”.
Llorens agrega que los chilenos también impusieron un sistema de control dentro de los frigoríficos, para descartar los animales que ellos no consideran aptos para ir a su mercado.
“Los frigoríficos exportábamos siempre congelados, pero Chile fue el primero que pidió enfriado y requirió un cambio en las plantas, que hicimos porque el proceso es totalmente diferente”, acota Pettengill.
Genética y trazabilidad
Para todo el auge, uno de los aspectos que influyó bastante es la genética, porque mientras esta es mejor, “se termina antes el animal”, es decir, está a punto para la faena en un tiempo menor que el habitual. “Ahora ya viene (al frigorífico) máximo a los 30 meses, cuando que antes se terminaba recién a los 36 a 40 meses. La genética da mejor rinde y mejor carne, que es lo que los mercados piden”, expone Llorens.
“Todo esto es inversión del ganadero. Los insumos aumentaron, pero con la genética se puede recuperar más a corto plazo lo desembolsado”, observa.
Incluso, en la actualidad Paraguay ya cuenta con mejor genética que la importada al principio. Y también resulta ser un buen negocio, porque el hecho de que el país tenga estatus para exportar animales y genética habla bien del trabajo interno que se está realizando.
En cuanto a la trazabilidad, Idoyaga recuerda que hay países, o bloques como la Unión Europea (UE), que solo compran animales que estén trazados, lo que significa que uno puede ubicar en el pedazo de carne a qué animal pertenece y de qué propiedad provino. Esta exigencia surge a consecuencia de la vaca loca en el Viejo Continente, expone.
“Tenemos un sistema de trazabilidad muy focalizado, que se hace para un grupo selecto de establecimientos ganaderos habilitados para exportar a la UE. Desde el punto de vista comercial, tiene sus efectos bastante positivos, pero desde la perspectiva sanitaria, como país, hay que generalizar el sistema de trazabilidad”, advierte. Para ello, este procedimiento debe ser obligatorio y de aplicación gradual.
En la siguiente vacunación general, el Senacsa quiere comenzar con la identificación de los terneros nacidos en el país, que luego permitirá rastrear al animal.
Todos los miembros de la mesa de análisis aseguran que el acceso a los países más difíciles, que son los que pagan un mayor precio, se hace menos complicado con un sistema de trazabilidad, que debe ser general. Y esta tiene que ser la carta de presentación de la carne paraguaya en cualquier país.
La trazabilidad es un conjunto de acciones, medidas y procedimientos técnicos que permite identificar y registrar cada producto desde su nacimiento hasta el final de la cadena de comercialización.
Pettengill indica que eso significa registrar qué vacunas se aplicaron, en qué fechas, entre otros puntos, de manera que, si la carne tiene algún efecto, se pueda recurrir a los antecedentes del animal. Para ello, la tecnología es buena aliada.
Marca país
La posibilidad de que la carne paraguaya cuente con una marca propia parece aún remota en la consideración de los participantes del análisis sobre el rubro.
El presidente de la Cámara Paraguaya de la Carne trajo a colación la ocasión en que Uruguay, para hacer marca país, hizo una encuesta y el resultado fue que nadie lo conocía en Estados Unidos.
“Por la carne te conocen tus compradores, solamente. Nosotros (Paraguay) exportamos 200.000 toneladas de carne, Brasil exporta 1.500.000, Australia 1.500.000, India 2.500.000. Hasta Nueva Zelanda exporta más que nosotros, siendo más pequeño”, sostiene con cierta decepción, a lo que el presidente del servicio sanitario local manifiesta que Australia es un ejemplo por la forma que opera en el comercio de la carne.
“Paraguay fue y será a corto plazo séptimo u octavo en el mercado, lo que nos obliga a tomar ciertas medidas. Pero hay que recordar que obtuvo esa posición solo vendiendo carne, por su calidad, sin promoción”, resalta.
Cifras
El país cuenta con más de 14.000.000 cabezas de ganado bovino y son 130.000 los tenedores de este tipo de animal, de los cuales el 10 % posee grandes cantidades y el 90 % son productores con menos de 100 cabezas. Pero en manos de ese 10 % de productores están 12.000.000 de animales, que en su mayoría se concentra en la Región Oriental, dejando el 40 % en el Chaco, de acuerdo a Senacsa.
En ese sentido, el crecimiento fue del 100 % en diez años, ya que se pasó de 7.000.000 de cabezas al doble, con un crecimiento anual de más de 600.000 cabezas.
Para dimensionar el negocio, Ruiz aporta un dato más, que le fuera dado por personas del Banco Central del Paraguay (BCP): los créditos en ganadería, así como creció la producción, hace 10 años estaban en USD 50 millones y ahora en USD 1.200 millones. “Es impresionante el volumen que mueve todo esto”, añade.
Actualmente hay 16 plantas frigoríficas habilitadas para operar en el país, 12 de ellas para faena y todo el proceso de producción de la carne, mientras que el restante se dedica al deshuesado. El 90 % está en la Región Oriental. Son 10 las plantas habilitadas para exportar, que emplean en promedio a 500 personas.
Para dimensionar la faena interna: Senacsa se maneja con los datos oficiales, pero como en el país hay 250 distritos, esto significa 250 mataderos, no pasa de 50 la cantidad de los habilitados por el servicio pecuario.
Idoyaga expresa que los mataderos rurales representan un problema para el registro. “De casi 2.800.000 cabezas con destino a faena por año, 1.400.000 van a frigoríficos, 300.000 a 50 mataderos, y la diferencia (1.100.000 cabezas) irían a mataderos que no sabemos. Eso sin olvidar que las estancias también faenan”, dice. Admite a la vez que es un trabajo difícil de cuantificar; todo porque el aspecto legal que rige para ello es muy disperso.
El negocio
- La carne es la única materia prima que se industrializa totalmente en el país. Se exportan cuero, carne, hueso, cuernos. “Lo único que nos falta es preparar la carne semielaborada para consumo, si accedemos al mercado de Estados Unidos”, dice Germán Ruiz.
- El Fondo Ganadero fue determinante en su momento para desarrollar las estancias porque dio créditos a nueve años, con 9 % de interés, recuerda el presidente de la ARP.
- La ganadería contrata la mano de obra menos capacitada para hacer alambrados, pasturas, entre otros, destaca.
El consumidor está acostumbrado a comer una carne tierna y esta se logra con los animales más jóvenes, que obtienen buena masa y carcasa a menor tiempo, pero además la genética ayuda a mantener la raza y luego se venden semen o embriones, incluso se hacen fecundaciones in vitro, según Maris Llorens.
silvana.bogarin@abc.com.py
Fuente: ABC
Obs.: nota completa en http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/empresas-y-negocios/10-anos-del-boom-de-la-carne-535395.html
¿El problema? Político.
Teniendo en cuenta la relevancia de la ganadería y las industrias relacionadas con esta para el país, EN invitó a sus principales referentes a hacer un recuento y debatir sobre los distintos aspectos de este rubro.
Maris Llorens, ganadera y presidenta de la mesa de Carnes y Cueros de la Red de Inversiones y Exportaciones (Rediex), recuerda que en 2003 se vendía carne por menos de USD 40 millones a cualquier mercado. Pero durante la presidencia de Nicanor Duarte Frutos, se empezó a promover el trabajo conjunto de los productores y el Gobierno. Así también se inició la mesa sectorial de Rediex, que Llorens preside desde 2005, para trabajar con un plan que involucró al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la Secretaría del Ambiente (Seam) y, por supuesto, al Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa).
El objetivo inicial era llegar, en dos o tres años, a vender por valor de USD 400 millones, meta que se superó ampliamente.
¿Qué desató el gran crecimiento? El producto de calidad y la seguridad que otorga el servicio pecuario oficial paraguayo.
La exportación de carne, que repuntó en el último trimestre del año pasado, cerró con una variación positiva luego de recuperar gran parte de sus ventas, que fueran afectadas por la fiebre aftosa en 2011. Al cierre de 2012, los ingresos por envíos de este alimento totalizaron USD 903 millones, que representa un incremento del 5,7 % frente al rendimiento que se obtuvo en 2011, de acuerdo con datos oficiales de Senacsa.
El presidente de la Asociación Rural del Paraguay (ARP), Germán Ruiz, rememora que, en 1960, Paraguay faenaba 120.000 cabezas al año en frigorífico. Hoy, esta misma cifra se faena en forma mensual.
El titular del Senacsa, Hugo Idoyaga, ve también como causa de este gran empuje comercial de la carne local en el extranjero a la situación de países emergentes con mejoras sustanciales de sus ingresos, que permite que sus habitantes cambien de hábito alimenticio y que la carne entre a formar parte del menú. “Llegó un momento en que Paraguay no ofertaba carne, sino que se le mendigaba para que vendiera, porque fue tal el boom que realmente no se hizo difícil la participación a nivel internacional, acompañado de una calidad excelente del producto”, destaca.
Para el presidente de la Cámara Paraguaya de la Carne, Luis Pettengill, uno de los países que impulsó a Paraguay fue Chile. “Nos obligó a hacer un sistema de dentición para medir la edad (del ganado). Para que un novillo esté terminado a los 24 meses, tenés que tener genética, aguadas especiales, pasturas, un plan de sanitación, entre otros. Chile hizo que nuestra ganadería se despertara, porque el precio que se pagaba por ese animal era superior al común”, cuenta. Para ello, se diferenciaba entre “animal Chile” o “animal común”. Añade: “La clasificación que hizo Chile permitió que pegáramos el salto en diez años, que es poco tiempo, porque los ciclos son de cinco años. Y hoy le vendés al cliente la carne que él quiere”.
Llorens agrega que los chilenos también impusieron un sistema de control dentro de los frigoríficos, para descartar los animales que ellos no consideran aptos para ir a su mercado.
“Los frigoríficos exportábamos siempre congelados, pero Chile fue el primero que pidió enfriado y requirió un cambio en las plantas, que hicimos porque el proceso es totalmente diferente”, acota Pettengill.
Genética y trazabilidad
Para todo el auge, uno de los aspectos que influyó bastante es la genética, porque mientras esta es mejor, “se termina antes el animal”, es decir, está a punto para la faena en un tiempo menor que el habitual. “Ahora ya viene (al frigorífico) máximo a los 30 meses, cuando que antes se terminaba recién a los 36 a 40 meses. La genética da mejor rinde y mejor carne, que es lo que los mercados piden”, expone Llorens.
“Todo esto es inversión del ganadero. Los insumos aumentaron, pero con la genética se puede recuperar más a corto plazo lo desembolsado”, observa.
Incluso, en la actualidad Paraguay ya cuenta con mejor genética que la importada al principio. Y también resulta ser un buen negocio, porque el hecho de que el país tenga estatus para exportar animales y genética habla bien del trabajo interno que se está realizando.
En cuanto a la trazabilidad, Idoyaga recuerda que hay países, o bloques como la Unión Europea (UE), que solo compran animales que estén trazados, lo que significa que uno puede ubicar en el pedazo de carne a qué animal pertenece y de qué propiedad provino. Esta exigencia surge a consecuencia de la vaca loca en el Viejo Continente, expone.
“Tenemos un sistema de trazabilidad muy focalizado, que se hace para un grupo selecto de establecimientos ganaderos habilitados para exportar a la UE. Desde el punto de vista comercial, tiene sus efectos bastante positivos, pero desde la perspectiva sanitaria, como país, hay que generalizar el sistema de trazabilidad”, advierte. Para ello, este procedimiento debe ser obligatorio y de aplicación gradual.
En la siguiente vacunación general, el Senacsa quiere comenzar con la identificación de los terneros nacidos en el país, que luego permitirá rastrear al animal.
Todos los miembros de la mesa de análisis aseguran que el acceso a los países más difíciles, que son los que pagan un mayor precio, se hace menos complicado con un sistema de trazabilidad, que debe ser general. Y esta tiene que ser la carta de presentación de la carne paraguaya en cualquier país.
La trazabilidad es un conjunto de acciones, medidas y procedimientos técnicos que permite identificar y registrar cada producto desde su nacimiento hasta el final de la cadena de comercialización.
Pettengill indica que eso significa registrar qué vacunas se aplicaron, en qué fechas, entre otros puntos, de manera que, si la carne tiene algún efecto, se pueda recurrir a los antecedentes del animal. Para ello, la tecnología es buena aliada.
Marca país
La posibilidad de que la carne paraguaya cuente con una marca propia parece aún remota en la consideración de los participantes del análisis sobre el rubro.
El presidente de la Cámara Paraguaya de la Carne trajo a colación la ocasión en que Uruguay, para hacer marca país, hizo una encuesta y el resultado fue que nadie lo conocía en Estados Unidos.
“Por la carne te conocen tus compradores, solamente. Nosotros (Paraguay) exportamos 200.000 toneladas de carne, Brasil exporta 1.500.000, Australia 1.500.000, India 2.500.000. Hasta Nueva Zelanda exporta más que nosotros, siendo más pequeño”, sostiene con cierta decepción, a lo que el presidente del servicio sanitario local manifiesta que Australia es un ejemplo por la forma que opera en el comercio de la carne.
“Paraguay fue y será a corto plazo séptimo u octavo en el mercado, lo que nos obliga a tomar ciertas medidas. Pero hay que recordar que obtuvo esa posición solo vendiendo carne, por su calidad, sin promoción”, resalta.
Cifras
El país cuenta con más de 14.000.000 cabezas de ganado bovino y son 130.000 los tenedores de este tipo de animal, de los cuales el 10 % posee grandes cantidades y el 90 % son productores con menos de 100 cabezas. Pero en manos de ese 10 % de productores están 12.000.000 de animales, que en su mayoría se concentra en la Región Oriental, dejando el 40 % en el Chaco, de acuerdo a Senacsa.
En ese sentido, el crecimiento fue del 100 % en diez años, ya que se pasó de 7.000.000 de cabezas al doble, con un crecimiento anual de más de 600.000 cabezas.
Para dimensionar el negocio, Ruiz aporta un dato más, que le fuera dado por personas del Banco Central del Paraguay (BCP): los créditos en ganadería, así como creció la producción, hace 10 años estaban en USD 50 millones y ahora en USD 1.200 millones. “Es impresionante el volumen que mueve todo esto”, añade.
Actualmente hay 16 plantas frigoríficas habilitadas para operar en el país, 12 de ellas para faena y todo el proceso de producción de la carne, mientras que el restante se dedica al deshuesado. El 90 % está en la Región Oriental. Son 10 las plantas habilitadas para exportar, que emplean en promedio a 500 personas.
Para dimensionar la faena interna: Senacsa se maneja con los datos oficiales, pero como en el país hay 250 distritos, esto significa 250 mataderos, no pasa de 50 la cantidad de los habilitados por el servicio pecuario.
Idoyaga expresa que los mataderos rurales representan un problema para el registro. “De casi 2.800.000 cabezas con destino a faena por año, 1.400.000 van a frigoríficos, 300.000 a 50 mataderos, y la diferencia (1.100.000 cabezas) irían a mataderos que no sabemos. Eso sin olvidar que las estancias también faenan”, dice. Admite a la vez que es un trabajo difícil de cuantificar; todo porque el aspecto legal que rige para ello es muy disperso.
El negocio
- La carne es la única materia prima que se industrializa totalmente en el país. Se exportan cuero, carne, hueso, cuernos. “Lo único que nos falta es preparar la carne semielaborada para consumo, si accedemos al mercado de Estados Unidos”, dice Germán Ruiz.
- El Fondo Ganadero fue determinante en su momento para desarrollar las estancias porque dio créditos a nueve años, con 9 % de interés, recuerda el presidente de la ARP.
- La ganadería contrata la mano de obra menos capacitada para hacer alambrados, pasturas, entre otros, destaca.
El consumidor está acostumbrado a comer una carne tierna y esta se logra con los animales más jóvenes, que obtienen buena masa y carcasa a menor tiempo, pero además la genética ayuda a mantener la raza y luego se venden semen o embriones, incluso se hacen fecundaciones in vitro, según Maris Llorens.
silvana.bogarin@abc.com.py
Fuente: ABC
Obs.: nota completa en http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/empresas-y-negocios/10-anos-del-boom-de-la-carne-535395.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente aqui